domingo, 28 de abril de 2013

♥ El último pétalo ~ Capítulo 8 ♥

 Otro día en el instituto. Habían pasado dos semanas. El calor comenzaba a hacerse notable, las clases insoportables debido a Arianna y a Jamie, dos chicas inseparables, pero con una voz tan aguda que taladraba la cabeza cada vez que hablaban. Justin también era un alumno de mi clase, conocido como Kevin. Y llevaba todo el día aguantándome a mí misma sin dirigirle la mirada, ni la palabra. No sabía una razón cierta ni exacta, pero me dolía verle tontear con esas dos arpías. Arianna destacaba entre todas las demás. Creo que tan solo la he visto llevar pantalones a la hora de gimnasia. Si es que se le puede llamar pantalón a un trozo de tela con medio trasero al viento fresco. -Clavé tanto el boli en el último punto que hice un pequeño agujero en la pagina de mi diario. Suspiré. -Se que él no tenía la culpa de que Arianna o Jamie, o cien más fuesen detrás de él diciendo completas tonterías tan solo para ganarse su atención, pero mi corazón no entendía esas razones. Mi corazón... Me asustaba tanto usar esa palabra. Había pasado de ser un ídolo a kilómetros, a ser mi ídolo vecino. Andaba por mi cuerpo y mi mente a zancadas, ocupando mis pensamientos la mayor parte del día. Su mirada hacia mí cambia cada día que pasa. Sus ojos ya no son los mismos. Sus besos cerca de mis labios cada vez me electrizaban más la piel, mis latidos se aceleran a cada paso que se acerca a mí. Mi corazón intenta salir de mí cada vez que le veo hablando con esas estúpidas que matarían por tener un centímetro el pelo más largo, o tener una talla más de sujetador. -Apreté mis dientes. Los solté. Miré hacia arriba. Me relajé. - Mamá estaba últimamente radiante de felicidad, y eso me hacía feliz a mí. En su trabajo junto a Jeremy parecía ser que le iba genial, pues cada mañana se iba más feliz. A veces me tocaba ir andando, otras en moto, con Justin, el cual siempre me hacía gritar pidiéndole que bajase la velocidad. Parece como si le gustase verme chillar como una niña miedosa, la verdad. Jack aparecía pocas veces por el instituto, y cuando lo hacía, venia acompañado de tres de sus amigos que ni conocerlos quise. Intentar ligar conmigo se ha convertido en uno de sus hobbys favoritos. Abbigail es cada día más genial. No soporta a esas chicas, así que nos mantiene todavía más unidas. Muchos chicos la tachan de “rara”, pero tiene el rostro más bonito que he visto en una adolescente por el momento. Sus ojos son azules como el cielo en un día despejado, y su pelo moreno los resalta todavía más. Siempre está sonriendo cuando está a mi lado, a diferencia de su expresión seria y borde cuando se trata de otras personas. Cada día queda menos para olvidarme de todo y disfrutar de mi nuevo verano, y mi nueva vida”.

Cerré mi diario. Miré mi reloj y todavía quedaban unos diez minutos de clase. No había venido la profesora Britte, de historia. Nos encontrabamos perdidos por las afueras del instituto, dentro de él a la misma vez. Miré a mi alrededor. Abbigail se encontraba leyendo un libro un poco lejos de donde estaba yo. Jack venía hacia mí. Arianna iba hacia Justin, que se encontraba en la otra punta. Habíamos tenido una discusión esta mañana.Y los demás se encontraban cada uno desperdigados por los rincones, a excepción de Jamie, que le comía la boca a uno de los amigos de Jack en medio de la pista de basquet. Espera... Jack venía hacia mí.

_Qué asco. -Levanté las cejas y suspiré, observando a Jamie.
_¿Qué asco qué? -Me contestó Jack, apoyándose en el banco en el cual estaba sentada.
_No creo que tengamos los mismos gustos.
_Intentalo. -Rió, insinuante.
_Jamie y ese. -Les señalé. Giré mi cabeza hacia donde se encontraba Justin, que ya no charlaba alegremente con Arianna. Me miraba con los ojos fijos en mí y en Jack. Arianna seguía hablando como si no se hubiese dado cuenta de que Justin no le estaba haciendo ningún caso. Mi espiritu de venganza salió en ese momento. Llevaba días viendo como me ignoraba y salía de clases junto a Arianna, o Jamie, o Keyla, o cualquier otra engreída. Miré a Jack. Me levanté. Me acerqué a él. -¿O te resultan agradables sus besos pasionales aquí, en medio, y esa mano que se le acaba de meter a Jamie por debajo de la camiseta?

Jack levantó una ceja y sonrió de lado.

_Pues, depende de quien provengan esos... besos. -Él también decidió acercarse a mí. -Miré de reojo a Justin. Tenía los puños apretados.

_¿Y de quien quieres que sean? -Sonreí falsamente. No sabía hasta que punto estaría dispuesta a encelar a Justin. Jack seguía acercándose poco a poco a mí. Me entró miedo. Me di cuenta de la situación que acababa de causar por el simple hecho de llamar la atención de Justin. Y me asusté. ¿Qué estas haciendo Rouse?-Me pregunté a mi misma. -Tú nunca has hecho esto.
Pero él ya se encontraba con sus manos en mi cintura y su rostro a menos de 25 centímetros. Decidí cerrar los ojos, me resultaría más pasable.

_Pues no estaría mal que... -Alguien estiró de mi brazo, con tanta fuerza que incluso me dolió. Abrí los ojos. Justin. Comenzó a andar conmigo agarrada fuertemente del brazo. -¡Kevin colega! -Justin hacía caso omiso a los gritos de Jack.

_¡Justin! -Le repliqué. No me contestó. -¿Justin? -Me miró de reojo, y lo cierto es que parecía enfadado. Nunca le había visto así. Ni lejos, ni cerca de él. Decidí callarme y dejarle que siguiese su marcha. Llegamos a la parte trasera de el recinto, a cinco minutos de que sonase el timbre que anunciaba la clase de filosofía. Me soltó la mano y andó unos pasos hacia delante. Suspiró y se giró hacia mí con los ojos húmedos. Mi corazón se partió en dos en ese justo momento.

_Justin yo... No sé que ocurre pero, si he hecho algo mal, l-lo siento. -Dije, culpable.

No contestó.

_Vamos Justin, por favor. -Me acerqué a él. No se alejó. Me acerqué más y puse mi mano en su hombro. -¿Qué te pasa?

Justin tomó aire, tembloroso.

_¿Por que tienes que hacer eso? -Preguntó, al fin.
_¿El qué?
_¿¡Por qué coño tienes que acercarte a él!? -Alzó la voz, asustándome. Di un paso hacia atrás.
_Justin, no grit...
_¿¡Tú sabes como mierdas me siento yo cada vez que te veo hablando con ese capullo!? ¡O con cualquier otro imbécil de este centro de mierda!
_¡Justin!
_¡No vuelvas a dirigirle la palabra Rouse! ¡Te lo prohibo! -Mi boca se entreabrió, asombrada. Dolida. Mis ojos también se humedecieron.
_Tú no puedes hacer eso. -Mis labios temblaron, y una lágrima cayó en ese instante desde mis ojos, perdiéndose en mis labios. Él fijó su mirada en mis ojos. Se acercó a mí, al mismo tiempo que yo retrocedía. -Tú tampoco sabes como me siento cada vez que veo como le guiñas el ojo a esas chicas, o como tus ojos examinan sus perfectos uniformes. ¡Yo sé que no soy perfecta! ¡Y sé que me conociste hace tan solo tres jodidas semanas! Pero Justin, -me acerqué a él, con el rostro ya húmedo, apretando los dientes y le señalé. -Ninguna de ellas. Nadie. En su jodida y mísera vida. Va a quererte más de lo que mi estúpido corazón lleva queriéndote durante casi cinco años desde la otra punta del mundo.

Mis ojos se clavaron en los suyos. Su respiración se aceleró. En una décima de segundo su puño se estampó contra la pared, obligándome a retroceder. Su rostro quedó a centímetros del mío.

_¡Suéltame Justin! -Le di un leve empujón, a lo que él respondió agarrando de nuevo mi mano, y con una moderada fuerza hizo que todo mi cuerpo se moviese, quedando justo entre la pared y él de nuevo.
_No te vas a ninguna parte Rouse.
_¡Sí me voy! ¡No quiero estar cerca de ti un solo momento más!
_Yo no quiero que te vayas. -Él contestaba relajado a mis sollozos.
_¿Ah no? ¿Seguro?
_Sí.
_No te creo.
_Creeme.
_Esta semana no has hecho más que pasar de mi existencia y ligar con esas zorras. ¿Por qué iba a creerte ahora?
_Porque ya no puedo más.

Agarró mi nuca con fuerza y en un simple pestañeo, sus labios se posaron sobre los míos con una pasión desconocida para mí. Mil cohetes estallaron en el interior de mi estomago. Mi corazón comenzó a latir de una manera incontrolable. Mis manos se aferraron a su rostro. Sus labios comenzaron a moverse encima de los míos. Un toque de labios extremadamente sexy. Sentí como una lágrima desbordaba al fin su lagrimal, ganando una batalla que nos llevó al camino de la perdición desde la primera mirada que ambos nos regalamos. La respiración de Justin era cada vez más fuerte. Ambos ladeamos la cabeza al mismo tiempo, entreabriendo la boca y dejando que nuestras lenguas se acariciasen con deseo. Una guerra entre ambas se forjaba en ese mismo momento. Su mano fue a parar a mi pierna, acariciándola de arriba a abajo. Mi mano, a su nuca, enganchando su pelo entre mis dedos. Justin resopló en mis labios.

_No hagas eso. -Me avisó. Reí y volví a tirar de su pelo. Cogió mi cintura en peso y me colocó justo enredada en la suya. Calor.

Mordió mi labio inferior, provocándome escalofríos imposibles de controlar.

_Justin...
_Hmm. -Se separó de mis labios, mirándome a los ojos y respirando grandes bocanadas de aire, bajándome de su cintura y dejándome de nuevo en el suelo.
_Nos van a ver. -El se alteró todavía más ante esta frase.
_Eso es lo que más gusta Rouse. -Volvió a atacar mis labios, y un segundo después, el timbre sonó. Él gruñó entre mis labios y yo reí.
_Hora de irse.

Nuestras miradas se encontraron, esta vez causando corrientes eléctricas en nuestro interior. Acarició mi rostro. Me dio un beso fugaz y sonrió. Sonreí. No pude evitar abrazarle.

_Vamos. -Me tendió su mano. Tímida entrelacé la mía con la suya.

Entramos por la puerta de atrás, hasta llegar a la clase de filosofía. La profesora ya estaba dentro. Me saludó con una amplia sonrisa.

_Señorito Beasley. -Dijo ella, refiriéndose a Justin. No pude evitar reír por su apellido falso. Él suspiro.

_¿Sí?

_-La señorita Britte miró su reloj, y contestó. - Nada, nada. Puede pasar. Hola, Rouse.

_Hola. -Contesté tímidamente.

_Bien, chicos. -Britte se sentó en la mesa del profesor mientras los últimos alumnos se sentaban en sus asientos. Yo, junto a Abbigail, a segunda fila. Justin, junto a uno de los amigos de Jack que si no recuerdo mal, se llamaba Mike, a última fila, lo más escondido posible. -¿Alguien conoce a Nietzsche? El gran Nietzsche. -Miró por encima. Todos se miraron entre sí. Yo permanecía callada, mirando hacía mis apuntes. Amaba la filosofía. Yo le conocía y Abbigail lo sabía.

_Rouse, a ti te gusta todo esto, vamos, habla. -Me animó.
_Calla Abbi. -Le amenacé.
_Señorita, ella sabe algo.
_Me cago en tu vida. -No pude reprimirme. Ella contestó con una risa floja.
_Así que Risbourn, ¿eh? ¿Sabe usted algo sobre Nietzsche?
_Yo.. yo.. S-Sí. Leí unos libros hace unos meses...
_¿Y que nos podría decir sobre él? ¿Qué es lo que más le llamó la atención al leer esos libros?
_Eh... -Miré a mi alrededor. Arianna se limaba las uñas. Jamie mascaba chicle cual vaca pastando hierba. Mike y Jack hablaban al fondo. Justin me miraba tiernamente esperando mi explicación. Me guiñó un ojo. Me sonrojé.
_¿Y bien? -Me apresuró la señorita Britte.
_Nietzsche dijo que nadie podía mostrarnos una serie de reglas. Que la única manera de vivir era aceptando su nihilismo, y que no somos nada. Que nuestro unico destino es la muerte. Pero que en esa “nada” que nos invade encontraremos el camino al encontrarnos a nosotros mismos sin ningún tipo de coacción o persona que intente cambiarnos. En esa “nada” encontraremos que nuestro propio Dios somos nosotros mismos, y que nadie puede decirnos si está mal o si está bien. Actuaremos bien si nuestros sentimientos nos dictan que estamos haciendo lo correcto. Que disfrutemos al máximo de la vida, porque lo que no nos mata nos hace más fuerte. -Todos posaron su mirada sobre mí. Incluso Arianna.
_Profesora. -Pidió la palabra el chico que se sentaba al lado de Arianna.-Britte me miraba fijamente. -Sita Britte. -Volvió a llamarla. Esta se giró.
_¿Eso quiere decir que si yo pienso que matar a un hombre está bien, puedo hacerlo y no tendré ningún tipo de remordimiento?
_Brian cariño, se requiere un nivel de madurez para entender a Nietzsche. Y un mínimo de coherencia. -La clase rió ante él- Por mucho que Nietzsche nos de alas, la justicia no desaparece. Las leyes siempre estarán ahí. Rouse. -Me llamó. Levanté mi cabeza hacia ella.- Me ha gustado. Muy bien. Enhorabuena. -Le sonreí. Arianna rió por lo bajo.
_Cierra la boca, arpía. -Le susurró Abbigail.
_Déjalo Abbi, no merece la pena. No tiene cerebro. -Arianna nos miro con cara de pocos amigos.

Pasaron las tres horas restantes. El timbre sonó y los alumnos se dirigieron cual avalancha hacia la salida para abandonar por fin las clases hasta el próximo lunes. Abbigail caminaba a mi lado contándome sus ideales sobre el pensamiento de Epicuro y Nietzsche. Ella también era amante de la filosofía.

_No lo entiendo. Uno dice que la muerta es una quimera, ¡que no existe! Pero sin embargo Nietzsche nos dice que la muerte es lo único que tenemos. ¡Que alguien me lo explique!
_¿Qué hay que explicarte? ¿Por que todos te dan de lado? ¿O quizás hay que enseñarte a como combinar la ropa? -Apareció Arianna junto a Jamie, pasándonos por delante y riendo entre ellas, chocándose las manos.
_A lo mejor hay que enseñarte a ti el significado de perra y la relación que tienes con ellas.-Contestó seria Abbigail, causando un “Ohh” de fondo que animó a todos a mirar.
_Abbigail vamonos por favor. Nos esta mirando todo el mundo. -Cogí su mano y tiré de ella hasta la puerta.
_Algún día acabaré con su vida. -Dijo seria. Abrí mucho los ojos, mirándola asombrada- No me mires así. Las ratas a las cloacas. -Estallé en carcajadas, aunque mi risa se rompió demasiado pronto.

_¡Kevin! -Gritó Arianna. Me giré lo más rápido que pude. Ella, acercándose de nuevo a él. Mis dientes, rechinando.
_Ven conmigo Abbi. -Cogí a Abbigail de la mano y corrí al lado de Justin.
_¿Qué pasa?
_Las ratas a las cloacas, ¿no? -Le repetí.
_¿Rouse?

Arianna se acercó a Justin, agarrando su brazo y sonriendo como la estúpida que era. Mi rabia se multiplicaba. Comenzó a tocarse el pelo, enredándolo entre sus dedos. Justin le sonreía sin ganas. Intentaba irse, y ella insistía en quedarse con él. Mis puños se cerraron.

_Rouse, ¿qué pasa? -Apreté la mano de Abbigail. -Me estás haciendo daño.

Arianna se mordió los labios mirando a Justin. Él me avistó. Miró a Arianna y volvió a mirarme.


_¡Eh, tú, niñata! -Le grité, a un metro de ella.

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Os quiero más que a nada. 
Abby ♥

sábado, 27 de abril de 2013

♥ El último pétalo ~ Capítulo 7 ♥

Narra Rouse.

Entre miradas cómplices, roces de manos, su cintura pegada a la mía, sus brazos aferrados a mi espalda y esa sonrisa que me daba la vida, los minutos pasaron, y pasaron, hasta que se escuchó de nuevo la puerta y el silencio volvió a adueñarse de la casa. Lo cierto es que no me hubiese importado lo más mínimo pasar así el resto de mis días, con su respiración compaginada con la mía, con sus labios aferrados a mi cuello cada vez que reía y él me reprimía a base de mordiscos. Perdí la cuenta de cuantas veces, sus labios estuvieron a milímetros de los míos causando chispas visibles en mi corazón.
Y lo único que quería en ese momento era romper distancias.

_Justin... -Susurré.
_¿Sí?
_¿Cuando piensas salir de aquí abajo? -Acto seguido solté una carcajada larga, que contagió su perfecta risa a un perfecto compás compaginado con la mía.
_Vamos. -Y salió él primero, tendiéndome la mano para ayudarme a salir.

Nos volvimos a quedar a centímetros. El posó su mirada sobre la mía, una sonrisa comenzaba a formarse en sus labios. Su mano, acariciando mi rostro. Sus dedos, acariciando mi pelo.

_Eres preciosa Rouse.

Y sentí mi corazón pararse en ese justo momento. Sentí como se rompía en dos mil pedazos y volvía a reconstruirse una y otra vez. Mis ojos luchaban por no humedecerse de nuevo. Mis labios luchaban por no besar los suyos. Mis manos luchaban por no enredarse en las suyas. Mi corazón luchaba por parar lo que sentía en ese mismo momento. En esa milésima de segundo.

_Y tú eres increíble. -Susurré. Se acercó a mí de nuevo, y me abrazó con fuerza. Con un sentimiento desconocido hasta ahora. El reloj de la pared de Justin me alarmó en cuanto a la hora. Las 9:46 P.M. -Joder, qué tarde es. -Cogí mi móvil y él se giró a mirar la hora en el reloj.
_El tiempo pasa volando cuando estás agusto, ¿eh?
_Demasiado Justin, demasiado. Tengo que irme... -Dije, con una auténtica pesadez.
_Voy contigo.
_No voy a perderme -Reí.- Nos separan treinta segundos.
_Demasiado. -Me sonrojé notablemente y acepté con una tímida sonrisa en mis labios.

Cruzamos el umbral de la puerta, y él miró varias veces hacia la izquierda y la derecha. Cerró la puerta de un golpe seco que me asustó, para gracia suya.
Su brazo pasó por encima de mi hombro, y mi corazón no podía ya latir con más fuerza. Le miré de reojo, y justo su lengua mojaba sus labios. Cerré los ojos y reprimí un suspiro. Es totalmente irresistible. Llegamos a la puerta de mi casa, y se escuchaba a mamá cantar alegremente a casi las diez de la noche. Me miró y comenzó a reír, al igual que yo.

_Que descanses tonta.
_Buenas noches idiota.
Volvió a quedarse enganchado a mis ojos. Pero esta vez su mirada bajó a mis labios. Un escalofrío. Él acortando distancias. Dos escalofríos. Su mano en mi mejilla, y la otra en mi cintura. Respiraciones aceleradas y entrecortadas. Nervios a flor de piel. Centímetros entre nosotros.
La puerta se abrió, y deseé que la tierra me tragase.

_¡Cucu! -Intervino mamá. La que miró a Justin. Me miró a mí. Miró a Justin. Miró a Justin. Abrió la boca. Me miró a mí. Se tapó con las manos. Miró a Justin. -¿¡Pero tú!?
-Él se limitó a sonreír.

_Encantado señorita. -Y soltó mi cintura.

_Rouse. -Me dijo seriamente. Tragué saliva. -¡ME TIENES QUE CONTAR MUCHAS COSAS! -Se emocionó cual adolescente, causando una gran carcajada por parte de los tres.

_Sí mamá. -Reí avergonzada.

_Me encantaría quedarme aquí, pero tengo que irme. Jeremy llegará pronto.

_¿Pero tú y Jeremy...? ¿Osea que Jeremy es...? ¿Entonces tú eres...? ¿Y tú y Jeremy sois...? Me estoy agobiando. -Y con el gesto de abanicarse, entró en casa, dejando la puerta abierta.

Justin me miró, y depositó un mojado y tierno beso en mi mejilla, extremadamente cerca de mis labios.

_Dulces sueños pequeña.

Y con las mismas, se fue, girándose una última vez a punto de entrar en su casa. Entré y allí estaba mi madre. De cuclillas. Encima del sofá. Con las manos como muestra de petición.

_Empieza.

_Oh, mamá...

_Ahora.

_Tengo hambre.

_¡Rouse! ¡Cuéntamelo! Yo te lo cuento todo, eso no vale. -Dijo, como si tuviese quince años. La adoraba.

_Está bien.

_¡Bien! -Y se hizo una bola en el sofá dispuesta a escucharme de principio a fin.

Y así fué. Le conté todo lo que me había ocurrido una semana aquí. Mentiría si dijese que no volvieron a escaparseme unas cuantas lágrimas al recordarlo todo.
No fui sincera del todo. Le oculté lo de Jeremy. Por alguna razón y otra, consideré que no debía contarle nada sobre Shara y él. Simplemente mi mente pensó así.
Lauren lleva ilusionándose con él desde que nos mudamos aquí. Su único amigo, la única persona con la que se relaciona, aquí en L.A. Quizás eso le dañase, y es lo último que querría.

Subí a mi cuarto, con una sencilla ensalada en mi estómago.

Me tiré en mi cama, suspirando enormemente y dando vueltas sobre ella como una niña, riendo porque sí. Ahogué un grito contra mi almohada y volví a reír. La abracé, y no se en que momento me perdí, ni en que instante dejé volar mi mente, pero sé que dormí abrazada a un sentimiento que perdurará en el tiempo, hasta que mi corazón deje de latir.

Narra Justin

Jeremy llegó a casa sobre las once de la noche. Le había dejado la cena preparada en la cocina. Yo, simplemente, me encontraba tirado en mi cama, intentando ordenar cada uno de mis pensamientos.
Rouse era diferente. Y me había bastado una semana para saberlo.
En ese instante en que estaba tan cerca de ella, mi cuerpo deseaba haber acortado tantísimo la distancia que nos separaba, que incluso me asustaba pensarlo. Esas risas bajo mi cama, esa adrenalina a que nos descubriesen, tanto a mí como a ella, sus escalofríos erizando mi piel, ese olor tan propio de ella que ya me encantaba. Sus ojos grises cual gata me mataban cada vez que me miraba o pestañeaba, con sus sexys y largas pestañas que resaltaban todavía más el color de sus ojos, grandes y achinados al mismo tiempo.
Dí otra vuelta más en la cama. Miré hacia el techo, suspirando y cerrando los ojos.
Llevo soñando toda mi vida con una melodía, pensando encontrar en ella la más sincera poesía. Y esa musa que tanto esperaba, llevaba todo este tiempo delante de mis ojos. No estábamos tan lejos. Vivíamos bajo el mismo cielo y eso ya era suficiente.
Jeremy entró, sacándome de todos mis pensamientos. No me gustaba nada haberle visto con Shara. O haberle escuchado, mejor dicho. Ella jodió parte de mi vida, y cariño es lo último que le tengo. Pero debía disimular.

_Ey, marmota. ¿Ya estás en la cama?
_Sí. -Contesté, seco.
_¿Qué ocurre?
_¿Qué has hecho hoy, papá? -Me senté sobre la cama.
_Eh, he salido. Con unos amigos.
_¿Ah sí?
_Sí hijo sí, qué raro estás hoy.
_Pues que bien. -Fue a contestarme, pero le corté. - Mientes. Qué bien mientes.
_¿Perdona? -Entró en mi habitación.
_Papá me importa una mierda si has estado con Shara o no. Pero no me digas que has estado con tus amigos cuando se escuchaban gemidos hasta en casa de Lauren.
_¡JUSTIN! -Gritó. -No vuelvas a hablarme así, ¿¡entendido!?
_¡No me mientas! -Alcé la voz, la cual se quebró. -Volví a tirarme en la cama, hecho una bola. No voy a llorar. No voy a llorar. No voy a llorar. Se sentó a mi lado.
_Vamos Justin, no te pongas así. Siento haberte mentido, ¿vale? No volveré a hacerlo. -Acarició mi pelo. -Pero entiende que lo hago para protegerte. Se que no os lleváis bien. Y no quiero pensar que tú crees que no me importa como te sientas.
_No lo pienso.
_Me alegra saberlo.

Se hizo el silencio durante unos segundos.

_Sabes que te quiero más que a nada. -Susurró. No contesté. -Y se, que aunque esa cabecita loca y orgullosa no sea capaz de decirlo, tú también me aprecias. Soy tu padre. Aunque estemos juntos poco tiempo, es suficiente para saber tan solo con escuchar tu voz, cuando necesitas un abrazo. No se lo que rodea tu cabeza en estos momentos, pero no me importa. -Se agachó y me abrazó. Correspondí y él me dio un beso en la cabeza, tranquilizando todo lo que bombeaba mi cabeza en esos momentos.
_Gracias Jeremy.
_No me llames Jeremy.
_Gracias, papá. -Él sonrió. 
_Será mejor que duermas si mañana quieres ir a clase. Que todavía con diecinueve años sigas en bachillerato...
_Sabes que no he tenido tiempo.
_También se que tus notas no son las mejores.

Si supieras todo de mí, seguramente no volverías a dirigirme la palabra.
Y recordé.

FLASHBACK.

_Kevin, qué moto tan bonita. -Se me acercó Arianna, apoyando su mano en mi hombro, dejándose caer. Llevaba unos ojos guapos. Reí. A saber qué había fumado la loca de ella.
_¿Está guapa, eh? -Me giré, apoyándome sobre la moto y agarrándola de la cintura. -¿Qué es eso que fumas?
_¿Quieres? -Se lamió los labios, mordiéndose el inferior. Me puso muchísimo.
_Depende de como me lo des. -Arianna y su falda tan larga como la palma de mi mano, rió pícara. Le dio una calada y me la pasó a modo de iguana; de boca a boca.
_¿Así? -Su mano fue directa a mi cintura, bajando poco a poco.
_Así mejor. -Me cogió fuertemente de la nuca, agarrando mi pelo. Resoplé y me miró a los ojos. El alcohol comenzaba a darme problemas a la hora de ver bien. Mi nivel de testosterona solía aumentar con facilidad cada vez que bebía, y mi líbido se disparaba a cada roce. En menos de dos segundos, Arianna estaba sobre mí y mis manos sobre su trasero. Un juego de lenguas, a ver quien atrapaba antes la una a la otra. Su mano introduciéndose por debajo de mis pantalones.
_Qué mala eres.
_Me gusta serlo. -Y con las mismas, se fue, moviendo el trasero de lado a lado. Dejándome tan sofocado que juraría que salía humo de mis pantalones. Sonreí de lado.
Dígamos, que no fue la única de la noche.

FIN DEL FLASHBACK.

Recordé aquella noche y sonreí cómplice. No me quejaba de la vida que llevaba. Disfrutaba como un capullo. Y volví a recordar a Rouse. Me hizo sentirme culpable de aquello. Y ese sentimiento me asustaba.

7:20 A.M.

_¡Justin, llegarás tarde a clase! -Me despertó Jeremy desde la otra punta de la casa, así que imaginad el grito que pegó.
_¡Que ya voy! -Contesté pesadamente desde la cama. Tras coger la ropa y darme una ducha de la que salí a las 7:35, bajé a desayunar, dejando que mi pelo revuelto se secase tal y como quisiera hacerlo. Jeremy salía por la puerta a las 7:40, de camino a su trabajo.

_Qué pronto te vas hoy, papá. -Me dí cuenta.
_Debo recoger a Lauren. Hoy no puedo acercarte a clase. Tendrás que ir en moto. Más te vale tener cuidado con ella. No me gustaría volver a tener sustos.
_Soy un Dios de las motos. -Chuleé.
_Lo creía hasta que viniste con la nariz llena de sangre y la moto reventada. -Me vaciló.
_Qué amable. -Giré la cabeza y miré por la ventana, viendo que Rouse salía de su casa con su graciosa mochilita de colegiala y una falda de volantes negra, con una camiseta roja. Levanté una ceja. -Pues parece que Lauren sí va a llevar a Rouse a clase. -Él sacó la cabeza por la puerta y gritó su nombre.

_¡Lauren! -Esta se giró. Saludó enérgicamente con una sonrisa que me hizo escupir el zumo que bebía, haciéndome reír. Jeremy me miró y negó con la cabeza riendo. -¿Vas a llevar a Rouse? -Los labios de Lauren se movían, pero mi padre no estaba entendiendo nada. -Espera, espera. -Volví a reír viendo como corría a su lado.

7:48.

O salía ya, o no llegaba. Cogí la mochila, con un estuche, un carpesano y un solo libro, y salí de la casa, dándole una patada al zumo y viendo que caía bastante lejos. Me giré y miré a Rouse, que me sonrió tímida. Le guiñé un ojo y me metí en el garaje, arranqué la moto y le metí gas, para hacerla rugir. Me volvía loco. Se escuchó un “¡¡JUSTIN!!” de parte de Jeremy. Le contesté volviendo a rugir con la moto.

Narra Rouse.

El sonido de una moto se escuchaba en la casa de Justin, cosa que interrumpía a mamá y a Jeremy su charla. Justin salió disparado encima de una moto roja, enorme, con unas ruedas que me encantaron. Se le veía tan potente encima de ese bicho. Un casco negro le cubría la cabeza. Paró justo al lado de Jeremy. Cerró los ojos, achinandolos, gesto que me decía que estaba sonriendo. Me hizo un gesto con la mano, diciendo que me acercase. Lo hice. Se levantó el casco.
_Buenos días tontita. -Me dió un beso en la mejilla y me sonrió.
_¿Donde vas?
_Pues a clase, como tú. -Rió irónico.
_¿Vas a clase? -Abrí los ojos con fuerza. -
_No me conocen, tranquila.
_Ah. -Miré el reloj. Las 7:53. -¡MIERDA! -Grité.
_¡Rouse! -Me regañó mi madre.
_No llego, no llego. Voy a volver a quedarme fuera. Y volverá a venir Jack a reírse de mí.

Justin rugió su moto.

_¿Jack? -Rió con cara de pocos amigos. -No.
_¿Qué pasa? ¿No os lleváis bien?
_Hasta ahora sí. Sube. No vas a ir andando.
_¿Qué? Me voy a caer.
_Sube. -Justin estaba serio.
_No te preocupes, no me importa encontrarme con ese idiota.
_Rouse. Sube. -Me tendió un casco que llevaba enganchado en sus pies, negro.
_Rouse bonita, no tengas miedo. Justin conduce muy bien. -Me dijo Jeremy, que observaba la escenita. Miré a mi madre en señal de aprovación. Se encogió de hombros y se giró, andando con Jeremy hacia su coche. -Cogí el casco. Me paré.
_Justin... -Giró su cabeza. -¿Como se sube? -Él estalló en carcajadas.
_Pon el pie en esa cosa que sobresale y apoyate en mis hombros, al otro lado hay otra pata para que pongas el otro pie. -Lo hice, y me quedé sentada detrás. Me entró vértigo. Era muy alta.
_Justin esto no me gus...
_Agarrate a mí. -Lo hice. -Más fuerte. Más. Muy bien. ¿Preparada?
_Te decía que esto no me gust... -Y un grito cortó mi frase, haciéndome gritar, había arrancado de golpe. -¡JUSTIN! ¡JUSTIN NO VAYAS TAN RAPIDO! ¡JUSTIN POR FAVOR!

Aceleró.

Estaba riendo.

_¡ME VOY A MORIR! -Aflojé mis brazos.
_Rouse no te sueltes. -Era difícil escucharle por encima del motor. Me aferré a él todavía más fuerte. Cerré los ojos y posé mi cabeza sobre su espalda.

El moto se redució hasta pararse. Suspiré y abrí los ojos. Todo el mundo nos miraba. La gente cuchicheaba mirándome. Otros reían. Bajé de la moto, mareada. Justin me quitó el casco y lo metió en el maletín de la moto. Me sonrió y el timbre tocó.

Estúpidas pijas llamaban a 'Kevin' lanzandole besos y risas. Él le guiñó el ojo a una de ellas, con una falsa extremadamente corta.

_Se te va a ver el culo bonita. -Mis celos atacaron. Justin me miró con una expresión extraña que no conseguí descifrar. Le sonreí irónica y avisté a Abbigail, corriendo a su lado.



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Cada vez somos más pequeñas, gracias por estar a mi lado. Os quiero muchísimo.

Aquí os dejo mi ask, por si queréis alguna cosa. Mi Twitter ya lo sabéis. ask.fm/xMrsBelieve

Os adoro princesitas.

miércoles, 24 de abril de 2013

♥ "El último pétalo" ~ Capítulo 6 ♥

Me despertó el sonido de mi alarma a las 16:45, y un escalofrío apretó mi estómago sabiendo que en una hora estaría a su lado. Yo, como belieber, como nueva conocida. Él, como la jodida razón de mi vida.

Me desperecé haciendo un gran ruido y reí por lo bajo. Mama todavía no había llegado. Lo sabía porque de lo contrario, me habría tirado alguna zapatilla a la cabeza. Odia que haga eso como un oso. Me dirigí a mi habitación y cogí un pantalón corto y una camiseta de manga caída con unas sencillas zapatillas negras, a juego con la camiseta. Ropa interior, y a la ducha. Una ducha de unos quince minutos, rápida para mí, que solía dormirme en los laureles y darme cuenta una hora después con mamá aporreando la puerta. Coloqué mi ropa en el cesto y dejé que el agua cayese sobre mí durante unos dos minutos, sonriendo como una tonta ante todo lo que estaba sucediendo en mi vida tan poco tiempo. Justin, Jack, Abbigail, esas niñas de mamá, ese nuevo instituto, esa ventana, esa guitarra, Jota. Esos nervios constantes en mi estomago y esa lengua mojándose sus propios labios antes de hablar que me producía un escalofrío incontrolable que erizaba todas y cada una de las partes de mi piel. Su voz, ese olor a perfección y a hombre que irradiaba su abrazo y su calor. Siempre soñé con decirle tantas cosas, que ahora no tengo el valor de decir. Tantas veces preparé toda esa retahila de cosas por decirle, que ahora no me salen. Se chocan unas con otras queriendo salir todas a la vez. Mi mente está en blanco, pero mis labios susurran un “gracias por existir, y gracias por todo lo que me has hecho sentir en estos años”.

Salgo de la ducha con el aroma de mi champú favorito y mi cabello comienza a ondularse levemente. Seca, me visto, doy unas cuantas vueltas, me peino y demás detalles, y bajo al jardín a respirar el aire puro que rodea nuestra bella zona con una bolsita llena de palomitas. Doy unos cuantos pasos y miro la hora. 17:50. Faltaban diez eternos minutos para volver a engancharme de sus ojos., y no podía aguantar más.

_Chss, chss. -Escucho detrás de mí. Me giro, más no veo a nadie. Una risa. -Más arriba. -Levanto la vista. Sigo sin verle. Se que es él y me impaciento. -A la izquierda tonta.

BOOM. Tonta. Estúpida palabra que suena jodidamente dulce en sus labios.

Y le veo. Con su pelo hecho un lío, con un camiseta negra en pico, de manga corta, y hasta ahí me lo permite la vista. Sonrío como una completa estúpida, y no se cuanto tiempo paso así, pero sus manos comienzan a moverse en símbolo de atención. ¿El tomate? Pues yo estaba más sonrojada todavía.

_Ah, eh. Joder. -Susurro, inaudible.- ¡Hola! -Él se queda callado, mirándome fijamente con tres pestañeos por segundo antes de estallar en risas. Yo también me he dado cuenta de lo estúpida que acabo de parecer.
_¿Qué haces ahí sola? -Se rasca la nuca y bosteza. Hace poco que se ha despertado. Y no sé exactamente si de la siesta, o que todavía no había ni comido.

-Esperar a que el tiempo pase, y volver a tenerte cerca- Pienso.

_Tomando el aire, es precioso aquello. -Con una sonrisa señalo allí a lo lejos, el sol reflejado en el mar. -Parece tan débil allí. Un solo golpe puede tambalear aquello que nos mantiene vivos. Como una piedra en medio del océano. Si la tiras justo allí en medio, el Sol desaparecerá por unos segundos, a pesar de ser él el causante de que ahora mismo estemos vivos. -Bajo mi mirada en un suspiro, y vuelvo a mirarle. Tiene la cabeza ladeada y los labios curvados hacia la izquierda. Me observa con dulzura.

_Qué profundo eso que has dicho, ¿no? Es la primera vez que lo escucho. -Mira allí donde segundos antes, yo le había señalado. -Es realmente bonito, sí. ¿Quieres pasar? No voy a dejarte aquí fuera cinco miseros minutos. -Y suelta una carcajada de un segundo para volver a mirarme fijamente. Si fuese otra persona, eso me incomodaría. Viniendo de él, tan solo produce que mi corazón vaya a más de 300 pulsaciones por minuto.

Le sonrío y sin contestar, me levanto de un saltito y me dirijo a su puerta, tocando el timbre con felicidad. Le escucho reír y momentos después un “¡Voooy!” seguido de unos pasos rapidos y algo parecido a un golpe.

Me preocupo.
Abre la puerta.

_¿Justin? -Me mira, con la mano en la espalda y los labios tensos. No contesta. La expresión de su cara es demasiado graciosa y no puedo aguantar la risa más de tres segundos. ¿Te acabas de caer? -Afirma, igual de tenso, ahora aguantando la risa. Rompo a reír de una forma que pocas personas conocían, pues pocas personas realmente me habían escuchado reír de corazón. Pero era totalmente inevitable que él me sacase una sonrisa.

_Au. -Dice, por fin. Se une a mis risas. - Anda, pasa. -Me abre la puerta del todo, indicándome el paso con su mano, abierta. Me paro a unos cuantos pasos, cerrando los ojos y suspirando profundamente. Le necesito. Quiero volver a abrazarle. Pero esta vez no quiero separarme hasta que mi corazón deje de latir.

_¿Qué ocurre? -Su cabeza se asoma por detrás de mi hombro. Me giro rápidamente. Le miro a los ojos y él se da cuenta de lo que pasa. Suspiro temblorosa, y siento como se humedecen los ojos. _Oh... -Alza las cejas, con dulzura. -Oye, no. No llores. Tranquila Rouse. -Abre sus brazos y me abraza con fuerza. En ese momento, no escucho absolutamente nada más. Cierro los ojos y le aprieto contra mí, cogiendo una gran bocanada de aire. Mis lágrimas mojan su camiseta, y yo me siento culpable. Levanto la cabeza, queriendo quitarlas, pero él no me deja. -Eso no importa... - Segundos después, él levanta su cabeza y me mira tiernamente.
_¿Mejor?
_Yo..., lo siento, de verdad. -Me sonrojo y me deshago del resto de lágrimas que no habían desaparecido.
_Para nada. No es la primera vez que me pasa. -Acaricia mi brazo. -No tienes nada de lo que preocuparte. -Asiento con la cabeza y bajo la mirada. - Él sonríe y, cómo si del aire cogiese fuerzas, alza la voz con entusiasmo. -¿¡He oído palomitas!?

Ambos reímos al mismo tiempo.
Miro a mi alrededor, observando su casa. Es realmente bonita.

_Vaya, es preciosa Justin. -Digo sin parar de mirarla, asombrada. No me había fijado con detenimiento. Ayer digamos que no tenía ojos para nada más que él y sus palabras. Nada me parecía más importante que hacerle saber cuan importante era en mi vida.
_No solemos venir mucho, la verdad. Vamos de aquí para allá. Pero esta vez, parece que la estancia dará para mucho tiempo. Hay cosas que ni mi padre ni yo habíamos previsto que pasaran. -Me mira fijamente. No supe qué contestar.- Llevamos aquí unos meses, pero a cada vecino nuevo le decimos que vinimos hace poco, para no levantar sospechas, ya sabes.
_Vaya... -Bajo la mirada, nerviosa. Él ríe.
_¿Siempre eres así? -Pregunta, con una tonta sonrisa en los labios.
_¿Así...como? -Río.
_Tan tímida. Tan callada. Tan.. tierna. No sé, tan...
_¿Rara? -Elevo las cejas. Él sigue con la boca entreabierta.
_Oh no, no. No quiero decir eso. Es solo qué, bueno. -Tuerce la boca y me mira. -Solo es que... -Le interrumpo.
_Mírate Justin. Mírame a mí. ¿Notas eso? -Llevo la mano a mi corazón y le hago referencia- Lleva apoyándote más de cuatro años. He soñado tantas veces con el momento que viví ayer que ni siquiera encuentro las palabras, ¿sabes?
_Cuando te miro a ti, ¿sabes realmente qué es lo que veo? -Dice serio. Me asusto, y mi rostro lo refleja. Él calma su expresión, y continua. -Lucha. Eso es lo que veo. Y que si yo ahora mismo estoy en este momento a tu lado es porque un día tú quisiste que lo estuviese. El mérito es vuestro por entregarme el mundo entero día tras día.

Silencio.
Cabezas cabizbajas.
Sonrisas estúpidas. 
Unas escaleras, su habitación.

 Una guitarra, un impresionante MAC, una cama con las sábanas de un color negro que resaltaba en el blanco de su madera, una puerta que no sabía adónde llevaba, un pequeño sofá de color blanco al lado de una pequeña y mona estantería con bastantes libros, que me llamó la atención.
_¿Te gusta leer? -Le pregunté, pasando los dedos por encima. Él caminaba derecho a su MAC, a lo que se giró para observar qué decía.
_Me gusta cualquier cosa que pueda evadirme del mundo que me rodea por unos instantes. A todos nos gusta esa sensación de estar dentro de una historia que no es la tuya, por muy increíble que sea la vida que tengas. -Entendí. -Siéntate aquí si quieres. -Me señaló su cama y le hice caso. Era blandita y suave. Reí, pero me callé al instante, tímida. Él también reía; se había dado cuenta de mi “interesante” reacción.

_¿Cómo es tu Twitter, Rouse? -Me llamó.
_¿Eh?
_Tu Twitter, dímelo.
_Oh... Ehm... -Me avergoncé. Estaba dedicado a él. - Es @xMrsBelieve.
_-Levantó una ceja y me miró de reojo, sonriendo dulcemente. - Listo.

Comenzó a escribir un par de cosas. Siempre sacaba tiempo para sus beliebers. Era adorable. Cerró la página y se dispuso a poner una película, que según él, era de comedia y le encantaba. Se sentó a mi lado y me miró de reojo. Miró las palomitas que llevaba en las manos. Volvió a mirarme. Silbó distrayéndome y en una décima de segundo, su mano ya hurgaba la bolsa. Él comenzó a reír y se metió unas cuantas en la boca, haciendo un gesto de ninja que me hizo reír con la boca llena, para desgracia mía.

_Nadie gana la rapidez de Bieber. -Rió y volvió a robarme palomitas. La película ya había empezando, pero lo cierto es que ninguno de los dos le estaba haciendo caso.
_¡Oye! ¡Déjame tragar! -Le reñí. Me miró fijamente y elevó sus cejas varias veces. Lo pillé. Abrí al máximo mis ojos- ¡¡Oh!! ¡Pero serás guarro! -Le dí un golpe en el hombro.
_Oye, a Bieber no se le pega. -Me cogió las manos con una de las suyas y intentó hacerme cosquillas. -Pídeme perdón.
_¡No! -Comencé a patalear y a reír como una niña, y él disfrutaba viéndome sufrir, pues tenía la sonrisa más grande que hasta ahora le había visto.
_¡Disculpate! Di; lo siento mucho ilustradísimo príncipe Bieber.
_¡No! -Reía todavía con más fuerza.
_¿No? -Me soltó las manos y volvió a la cara esta vez con las dos manos a la vez. -¿Segura? -Se contagió de mi risa.
_¡Para!
_¡Disculpate!
_¡Perdón!
_¿Perdón qué? -Seguía riendo con fuerza viendo como me revolvía ante sus cosquillas. La película seguía a su royo paralelo.
_¡Perdón Bieber!
_¡Príncipe! Perdón príncipe Bieber. ¡Dilo!
_¡¡JUSTIN!! -Me levanté de golpe, quedando a centímetros de su rostro. Me agarró de la cintura fuerte. Le había asustado. Cuando me di cuenta de lo jodidamente cerca que estaban sus labios de los míos, a apenas diez centímetros, mi respiración se agitó. Él mojó sus labios y me miró a los ojos.
_¿Decías? -Susurró serio. Podía notar su aliento rozar mi cara.
_Lo siento.
_Príncipe Bieber.
_Lo siento, príncipe Bieber. -Le repetí, en el mismo tono.
_Swaggy. -Susurró. Morí. Volví a nacer. Volví a morir otra vez. Cerré los ojos y suspiré. Los volví a abrir y el seguía a la misma distancia. Mis piernas se habían enredado en las suyas como método de defensa ante las cosquillas. Sonrió.
_Eh, sí, bueno. -Me separé de él, a pesar de que sus ojos seguían fijos en los míos de una manera demasiado sexy. -Gracias por atacarme. -Volvió a reaccionar.
_Gracias por obedecerme. -Le miré, incrédula. Él rió. -Es broma, es broma. No te enfades.

En ese momento se escuchó una puerta. Justin me miró. Parecía asustado, y yo me asusté todavía más. Seguramente sería Jeremy, ¿qué problema había?

_Me dijo que no volvería hasta la noche. -Me dijo, bajito.
_¿Pero, qué pasa? ¿No es tu padre?
_Él, sí. La que viene con él no. Si sabe quien soy, todo esto se acabará.
_¿Si lo sabe quién? ¿El qué? - Justin no paraba de moverse arriba y abajo de la habitación. Se dirigió al MAC, y lo apagó de golpe. Miró esa puerta. Fue hacia ella. Volvió. Palomitas, las vio, las escondió.
_Le prometí que saldría. No se fía de mí.
_No entiendo nada.
_No hace falta. -Me miró a los ojos.
_¿Kevin? -Gritó el que parecía ser Jeremy.
_¿Kevin? -Repetí yo.
_Mierda. -Me agarró del brazo con fuerza y me acercó a él. La cama. La miró. -Agachate.
_¿¡Cómo!? -Abrí los ojos, incrédula. -Justin, no entiendo nada. ¿Qué pasa? ¿Por qué te llama Kevin?
_Por que no viene solo. Rouse, si descubren quién soy y dónde estoy, ¿eres consciente de lo que eso puede significar?
_¿Kevin, estás en casa? -Los pasos se hacían más próximos. La risa de una mujer se escuchó. Justin me miró y se puso de rodillas, estirándome del brazo para que hiciera lo mismo.
_Debajo de la cama, vamos. -Me hizo pasar a mi primero. Un estornudo. Polvo. -Shhh. - Me tapó la boca con su mano y se coló debajo de la cama justo detrás mía, un segundo antes de que Jeremy abriese la puerta. Su mano seguía en mi boca.

Su espalda contra la mía.

Su respiración en mi cuello.

NARRA JUSTIN

Llevaba casi dos meses en esta pequeña zona de L.A., a pesar de que pasaba algunos fin de semana fuera de aquí por cuestiones creo, evidentes. He conocido a todo tipo de personas. Mentiría si dijese que no tuve nada con nadie. Nadie me conoce como Justin, excepto ella. Ella. Rouse. Tan solo llevaba aquí menos de una semana y ya me daba la sensación de haber compartido con ella todo este tiempo. Todos me llaman Kevin. He notado la mirada fija de muchas personas, y el cuchicheo de muchas otras. Si dijese mi nombre real, todo acabaría aquí. Es un regalo el hecho de que aquí no me conozca nadie, la verdad. La única persona con la que tuvimos problemas yo y mi padre fue con Shara, una chica que Jeremy conoció hace tiempo.Shara supo quien era. No hubieron nombres ni D.N.I's falsos que sirvieran. Prometió que no diría nada a nadie. Mintió. Nos jodió totalmente la vida en Los Angeles. En menos de una semana habían más de cien emisoras de radio y televisión alrededor de nuestra casa en la zona oeste de L.A. ¿Que si se pasa mal? Miles de chicas gritando mi nombre y llorando por la emoción de tenerme cerca, y saber que en cuestión de días ya no podría tenerlas junto a mí. No puedo dar mil abrazos en un día. Ni secar dos mil lágrimas en cuestión de horas. Y mi mayor deseo es calmarlas una a una, al igual que una a una, ellas me dedican todo su apoyo cuando más lo necesito. La palabra “duro” se queda corta ante situaciones como esta. Hace poco menos de dos meses vinimos a la zona este. Tan tranquila, bella y soleada. Jeremy y Shara no se olvidaban. Mi padre me estuvo mintiendo durante un tiempo. Notaba en él una extraña sensación que nunca había sentido. Muchos findes fuera. Mucha tensión. Su insistir en que estudiase en casa de algún compañero. Hasta que supe el porqué. Ella estaba aquí de nuevo.
Hace una semana, vino ella. Tan dulce, tan tierna, tan bella. La vi el mismo día que bajaba de aquel taxi. Y desde ese día se mantiene en mi mente momento tras momento. Mentiría si dijese que no siento miedo. Miedo a que me vuelvan a traicionar. Miedo a que tenga que volver a rehacer mi vida en otro sitio lejos de aquí, y lejos de todo lo que me rodea. Por mucho que vean desde fuera, por dentro también soy humano. Tengo sentimientos, y sufro. Cojo cariño a las cosas y a las personas demasiado rápido. Pero se que ella no es como las demás. Lo vi en sus ojos el primer día que la conocí. Me encapriché de su voz el primer día que la escuché.

Jeremy cerró la puerta. Las voces se escuchaban ya lejos.
_Justin... -Susurró Rouse. - ¿Qué ocurre?
_Se llama Shara. Nos traicionó hace tiempo. Ella estaba con Jeremy, pero le dijo al mundo donde estaba yo. El tenerlo todo en sus manos le superó. -Susurré, cerca de su oído. Su pelo olía realmente bien. -Ahora vive engañada. Ella piensa que Jeremy vive con su sobrino, un tal Kevin. No sabe que ese Kevin, soy yo. -Resoplé. Ella tuvo un escalofrío y lo noté en mi abdomen, justo pegado en su espalda. Sonreí culpable de aquello. Bajé mi mano a su cintura.
_Q-qué estúpida. -Se cortó.
_Rouse. -Le llamé.
_¿Hmm?
_Gírate, mírame. Me estoy tragando tu pelo. -Reí bajito y ella me imitó. Se giró. Notaba su respiración golpeando mi cara. -Tienes que prometerme una cosa.
_¿Sí?
_Prometeme que pase lo que pase, vaya donde vaya, nunca me traicionarás. -Ella intentó hablar, pero la callé con el dedo índice en sus labios. -Confié en ti desde el primer día en que te vi. Por favor, no me hagas arrepentirme. Ni de eso, ni de nada de lo que pase.
_Jamás sería capaz de hacer eso Justin. Te lo prometo. -Susurró, muy cerca de mí.

Cerré los ojos, y ruidos comenzaron a escucharse en el silencio de la habitación, provenientes, obviamente, de la habitación de Jeremy.

_Vaya, no pierden el tiempo. -Rouse rió bajito.

_¿Quien dijo que fuese necesario esperar? -Susurré, apenas rozando su nariz con la mía.

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