miércoles, 24 de abril de 2013

♥ “El último pétalo” Capítulo 3 ♥

No terminaba de comprender el por qué de mis estúpidos nervios. Tan solo era un chico más que, como todos hasta ahora, primero intentaría seducir a la mayoría de las chicas, se enterará de mi pasado, se burlará de mí, volveré a ser la rara, la diferente y vuelta a empezar. Sin embargo, me resultaba graciosa y peculiar, la forma en la que había entrado por mis ojos. Me había gustado. Me había gustado. ¿Qué? Me había gustado. Suena bien. Nunca antes había dicho eso refiriéndome a alguien. –Suspiré. – Hoy comprobaría si realmente ese chico que me llamaba la atención merecía la pena conocer. Recuerda, que aunque sientas temor, no es valiente quien no tiene miedo, si no quien lo tiene, y aun así sigue adelante. Yo seguiré adelante, pase lo que pase. Esta es mi nueva vida y agárrense, porque no hay nadie que me pare.
Tocaron a la puerta. Me levanté y me miré al espejo. Sonreí. Bajé las escaleras. Al abrir la puerta, tan solo estaba Jeremy.
_Buenas noches bonita. –Me dijo.
_-Le sonreí. - ¿No iba a venir también tu hijo? –Dije, como si realmente no me importase.
_Sí, pero bueno, se encontraba algo mal… Y no quiso venir. –Dijo, tenso. –Me ha dicho que apuntes esto. –Me tendió un papel con un número de teléfono. ‘J’ estaba escrito debajo.
_Espero que se mejore. –Me hizo una mueca y entró, con una bandeja en sus manos.
La cena transcurrió bien. Risas por aquí, risas por allá. Mi mente viajaba a otro sitio. Me sentía sola, una adolescente entre dos hombres. No tardé más de media hora en decidir retirarme. Me levanté, haciendo un poco de ruido con la silla que llamó la atención de ambos.
_ ¿Ya te vas? –Preguntó mamá.
_Eh…, sí. Voy a subir a mi habitación, me duele un poco la cabeza. –Mentí.
_Bueno, está bien. –Fingió mamá. Sabía que estaba mintiendo.
_Buenas noches Jeremy. –Le sonreí y subí hasta mi habitación. Sin poder evitarlo, corrí la cortina de mi balcón, y observé su ventana. La luz estaba encendida y sonreí. Abrí aquel papel con su número y comencé a teclear. Un acto reflejo me hizo darle al botón verde.
_ ¡Mierda! –Me sobresalté, al ver que estaba llamando. Corté antes de que él pudiese contestar. Me dirigí al baño para lavarme la cara, pues esta noche especialmente, hacía demasiado calor para estar mayo.
Al volver a mi habitación, una luz provenía de mi móvil.
J te está llamando. Jota. –Reí al ver como había escrito su nombre. Dudé en si coger el teléfono o no.
Primer toque.
Segundo toque.
Antes de que terminase el tercero, decidí contestar.
+ ¿Sí? –Dije con voz temblorosa.
-¿Quién eres? –Se escuchó al otro lado del teléfono. Su voz. Era dulce. Ya la había escuchado antes. Mil mariposas estallaron en mi interior.
+Yo…yo… -Escuché reír a ‘J’
- ¿Tú? –Él no paraba de reír.
+Mira por tu ventana. –Me atreví a decir. Corrí mi cortina, y a los pocos segundos, vi como él hacía lo mismo. Le sonreí.
-Así que eres tú la chica que me acosa, vaya. Encantado. –Me ruboricé. Reí.
+Me llamo Rouse. Llevo apenas dos días aquí.
-Vaya, ya tenemos algo en común. –Aprecié su sonrisa.
+¿Tú también te llamas Rouse?
Silencio.
Gran silencio.
Miré por la ventana.
Estaba riéndose a carcajadas, tapando el auricular del móvil. No paraba de reír.
+ ¡Ey! ¿Te estás riendo de mí? –Destapó el auricular y pude escuchar su risa. Me contagié y empecé a reír.
-No, no me llamo Rouse. –Suspiró, intentando aguantar su risa.
+ ¿Entonces cómo te llamas? Rouse era una buena opción. –Reí.
-¿Por qué no vienes a verme y me lo preguntas? – Mi corazón dio un vuelco.
+Dijo Jeremy que estabas enfermo…
-Simplemente tenía timidez aguda. Vamos, no hay nadie más aquí.
+ ¿Y tú madre? –Pregunté extrañada.
-No ha querido acompañarnos… -Su voz se quebró.- ¿Vas a venir a visitarme? No es divertido hablar por un móvil y un cristal. Además, tú ya estás vestida, te estoy viendo. –Rió.
+Está bien, voy a hablar con mi madre. –Colgué, nerviosa. Le vi hablar a través de la ventana, pero ya no le escuchaba. Esto era una locura. Me armé de valor y bajé al salón. Jeremy y mamá reían. Me dirigí a la puerta.
_Ey, cielo, ¿adónde vas? –Interrumpió mamá.
_Voy a visitar a Jota. –Jeremy rió por lo bajito.
_Vaya, dos días aquí y ya ligando. ¿Quién es Jota?
_Es el hijo de Jeremy. –Mi padre giró la cabeza bruscamente. Jeremy se encogió de hombros.
_Déjame acompañarte, es tarde.
_Lauren tan solo se tardan 30 segundos en llegar… -Rió Jeremy.
_Está bien, está bien. No tardes Rouse.
_Claro, mamá.
Sentí como miles de nervios empezaban a atar nudos dentro de mi estómago. Nunca había conocido a ningún chico. Nunca había tenido a un chico a menos de dos metros, y si lo había hecho no había sido porque yo quisiera. Nunca me habían besado, conscientemente.
Flashback~
_ ¿Nunca te han dicho que eres preciosa, Rouse?
_N-no… ¿Lo soy?
_Claro que lo eres. ¿Por qué no me acompañas al piso de arriba?
_No sé Alex… No me encuentro demasiado bien.
_Eso es por culpa del alcohol.
_ ¿Qué alcohol? No he bebido. –Me sobresalté.
_ ¿De verdad pensabas venir a una fiesta y que te sirvieran tan solo ‘fanta’? Pensaba que tendrías más picardía bonita. – Su mano rozó la mía. –Subamos, te acompañaré al baño y esperaremos a que se te pase.
_Está bien.
[…]
_ ¿Alex, qué haces? Por favor, aléjate, me encuentro agobiada.
_ ¿Por qué eres tan tímida? –Su mano rozó mi mejilla.
_No me encuentro bien, mejor bajemos, llamaré a Mely y nos marcharemos.
_Oh, vamos. Mely acaba de cumplir dieciséis años, ¿vas a aguarle la fiesta? –Noté su aliento azotando mi cara.
_Déjame ir. –Y me calló con un beso. Cerré los ojos. Estaba mareada. ¿Qué hacía? Yo no… -¡Déjame ir! –Un empujón bastó. Me marché. Con o sin Mely, no me quedaría allí.
Fin del flasback~
Suspiré. Ese había sido mi primer y único ‘beso’.
Me encontraba en frente de la puerta de Jota. Esa maraña de nudos seguían atándose dentro de mí. Como antes recordé, jamás había tenido a un chico a menos de dos metros de mí, que yo realmente quisiera tener. Él me había llamado la atención. Quizás por su simpatía, quizás porque era la única persona y por tanto el único amigo que podría tener aquí, quizás porque fue la primera persona que vi y no me doblaba la edad. Quizás…
Primer timbre.
Silencio.
Dos, tres, cuatro segundos. Siete.
Alargué el brazo, buscando de nuevo el timbre, pero la puerta se abrió. A la espera de un ‘pasa’ o una simple sonrisa, o más bien, una simple cabeza asomando, quedé en la puerta. Nadie contestaba. Mi piel se erizó. Decidí entrar. Quizás hubiese un pasillo por allí cerca. No conocía aquella casa.
_ ¿Hola? –Dije en voz alta, mirando al frente. Un precioso salón me recibía. Sofás color oro combinado con blanco. Una mesita para tomar café, transparente. Una pared blanca, con diferentes adornos pintados en ella, además de cuadros, estanterías, pequeños muebles. Todo, iluminado por una tenue luz que provenía de una pequeña mesita al lado de uno de los sofás. Nadie contestaba.
_ ¿Jota? –Dije esta vez. Nada. –Jota, no tiene graci… - Alguien me tapó la boca y me estrechó mi espalda contra su abdomen. Ahogué un pequeño grito, y me llevé las manos hacía las suyas. Fuese quien fuese, olía realmente bien.
_Jota está aquí. –Dijo riendo. Noté su cálido aliento en mi oído. Primer escalofrío. –Tranquila. No soy ningún acosador, ningún violador ni ningún adolescente salido. Simplemente es un juego. ¿Vale? –Asentí con la cabeza. –Ahora voy a destaparte la boca. Prométeme que ni vas a gritar, ni vas a decir nada, ni tan siquiera vas a girarte a mirarme. ¿De acuerdo? –Su voz. Su maldita voz era perfecta. Una voz tierna, dulce, su risa era familiar, su forma de hablar, también me resultaba familiar. Él y Jeremy. ¿Quién eran? Les había conocido antes. Quién sabe, el mundo es un pañuelo. –Tres, dos, uno.
Sus manos se aferraron a las mías, soltándolas segundos después. Mi espalda seguía rodeada por él, pero nada más nos mantenía en contacto. Mi corazón iba a mil por hora. Nervios, miedo, inseguridad, recuerdos, ideas, sensaciones. Todo a la vez estaba teniendo encuentro dentro de mí. Muy dentro.
_ ¿Por qué no me dejas verte? ¿Quién eres? Para eso vine aquí. –Mi voz temerosa salió sin querer. Noté uno de sus dedos tocar mis labios, indicando silencio.
_Shht –Noté como una tela pasaba por encima de mi cabeza, terminando en mis ojos. Estaba vendándome los ojos. Los latidos de mi corazón se multiplicaron. No veía absolutamente nada. –Ven conmigo. –Tomó mi mano, y uno de sus brazos se aferró a mi espalda. Comenzó a caminar, conmigo detrás.
_Ten cuidado. Ahí hay una esquina. Sofá. Silla. Escalón. Insecto. –Grité. Él comenzó a reír. –Era broma. Ahora siéntate. Hay un sofá justo debajo de ti. –Me ayudó a sentarme. –No puedes quitarte la venda, ¿vale? Prométeme que no lo harás.
_T-te te lo p-prometo.
_ ¿Te gusta la música?
_Sí. –Contesté firmemente.
_ ¿Y los cantantes? –Me sonó rara esa pregunta. Enseguida caí. Sonreí. Le recordé. Recordé a mi ídolo. Me gustaba… Claro.
_Sí. –Me ruboricé, y sonreí.
_ ¿Querías saber cómo me llamo, verdad? –Comenzó a reír.
_Sí. –Me repetí.
_Escucha. –Pude sentir los acordes de una guitarra. Reconocí enseguida esa canción. One less lonely girl.
Justin. Jota. Jeremy. Mi corazón. Se había parado. No funcionaba. Jota. Justin. Justin. Jota. Un teléfono. Los Ángeles. Una nueva vida. Mi sueño. Mi vida. Mi corazón volvía a latir. Mis ojos. Mil lágrimas. Mis manos. Alzándose. Buscando esa maldita venda que me separaba de él. ¿Un sueño? ¿Estoy soñando? Un pellizco. Una risa. Era real. Él seguía cantando. Su guitarra seguía sonando. El mundo comenzó a hacerse pequeño. El mundo comenzó a centrarse ante mis ojos. No le veía, pero mi corazón le sentía más que nunca. La venda cayó al suelo. Pude verle. ¿Mil? Tres mil doscientas cuarenta y dos lágrimas cayeron en ese momento. Mi boca, entreabierta. Mi aliento, en fase de recuperación. Mi corazón desbocado latía como nunca. Jeremy. Justin. Jota. Never say never. Bieber. Su sonrisa. Mis ojos temblando. Mis manos eufóricas. Mis brazos se abalanzaron. Su guitarra dejó de sonar. Abrió sus brazos. Me fundí. Mi vida. Mis ilusiones. Acababan de fundirse en uno, y estaban justo entre mis brazos. Su sonrisa. La mía. Un sentimiento inexplicable. Después de tantos años, creyendo en lo imposible, soñando con cuentos de princesas en los cuales él era mi príncipe. Después de tantas luchas, después de tantos sueños, mi mayor deseo se había cumplido. Me miró a los ojos. Sonrió.
_Ey, me lo habías prometido. –Rió. Se levantó. Dejó su guitarra a un lado. Seguía sin articular palabra.- ¿Estás bien? –Pasó su mano varias veces por delante de mí. Inspiré una gran bocanada de aire.
_Yo…yo…
_ ¿Sí? –Justin reía.
_Te quiero. –Dije sin pensar. Acto seguido me avergoncé. Me convertí en un tomate humano.
_Sí, suelen decírmelo. –Comenzó a reír. – Justin, Justin Drew Bieber. Encantado, señorita. –Besó mi mano, haciendo una reverencia cual príncipe. -¿Y usted es? –Él no paraba de sonreír.
_Rouse. Rouse Risbourn. –Sonreí, notando como al fin mi rostro reaccionaba.- Encantada de conocerle, señorito Bieber.
_El placer es mío. –Contestó seriamente. Ambos comenzamos a reír al mismo tiempo.
Una bonita frase dice, que los sueños, sueños son, y que el destino decidirá si esos sueños algún día se cumplirán. Sueños. Definición de sueño: Conjunto de deseos y esperanzas con destino hacía el país de nunca jamás. Un país donde ser joven eternamente. Donde todos los sueños son posibles. Donde nada es imposible, donde todo se puede conseguir. Campanilla. Dulce campanilla, ¿quién no ha soñado alguna vez con tener polvos mágicos cual pequeña hada? ¿Quién no ha soñado alguna vez ser la adorable Wendy? ¿Quién no soñó alguna vez con dar su primer beso a un príncipe que nos hiciese viajar a un mundo en el que los sueños se cumplen? Hoy, ahora, y en este preciso instante, podía ver mi preciosa campanilla levitar y revolotear a mi alrededor. En estos momentos Wendy estaba sonriendo frente a un Peter Pan de carne y hueso. Podría jurar que estaba volando, y que lo que mi corazón sentía era ese dulce polvo mágico que me llevaba al paraíso cual niña que sueña con cumplir un deseo.


MUY IMPORTANTE PARA MÍ. Si has leído este capítulo, porfavor da click aquí ♥ y retuitea el tweet <3



Mil besos mis pequeños soñadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario