miércoles, 24 de abril de 2013

♥ El último pétalo ~ Capítulo 4 ♥

12:34, L.A.
Todo era demasiado extraño. Y de una cosa estaba segura; me había dado tantos pellizcos que no quedaba otra que ser cierto. Sus ojos, su voz, su boca, su olor, todo vuela por mi mente en los 30 segundos de trayecto a casa. Una inocente sonrisa se dibuja en mis labios, dejando volar una carcajada de asombro. Me paro en seco, a metros de esa valla que divide nuestra casa. Miro al cielo, aun sonriendo. Le recuerdo. Papá, lo he conseguido. Me dijiste que luchase por mis sueños y me encuentro a metros de él. Me encuentro a metros de ese sueño que me apoyaste a seguir. Si no hubiese sido por ti, yo ahora mismo no estaría aquí.
Mucha gente dice que el destino que cada persona, ya está escrito. Tu destino fue marchar, pero tu marcha conllevó el mío. Se que desde el cielo me estás sonriendo. Se que esa brisa que acaba de acariciar mi rostro es tu mano calmando mis nervios. Se que esa brisa que acaba de acariciar mi pelo eres tú susurrándome un "Te quiero". Un “Yo confié en ti”. Te prometí que jamás te fallaría, y me prometiste que yo no lo haría.
En ese momento recordé su historia, su ida, pero como un héroe. Eso era él, un héroe. Nos dejó cuando yo todavía le debía demasiados abrazos, demasiados besos, demasiados llantos que calmar entre sus brazos. Nos dejó cuando todavía quedaban mil y una noches sin dormir. Mil y un “gracias”. Mil recuerdos vagan por mi mente, mientras otros tantos, perfectos, los imagino a su lado.
Él murió, pero se despidió de este mundo con la cabeza bien alta; en las fuerzas armadas. Mi padre era militar, marine. Luchaba por los derechos de este mundo. Falleció en una guerra al defender a pecho a su patria. –Suspiré al recordarlo. Lo recordé, cogí mi movil y lo destape, dejando caer su foto, tan guapo, con su traje militar. –Enfermó poco después debido a sus heridas y a una enfermedad del país que terminaron con su defensa. Mi padre siempre me dijo que jamás abandonara mis sueños. Que nada es imposible, y que todo se puede conseguir. Él combatió en 23 guerras. Murieron 300 soldados en tres de ellas. Él sobrevivió. Recuerdo aquel día cuando yo acababa de cumplir siete años, y mamá me dijo que teníamos que ir urgentemente al mu elle, porque habían encontrado un delfín. Yo, inocente, cogí mi cámara de carrete, más bien de juguete y mi chaqueta nueva para el cole y salí corriendo por la puerta. Al llegar al muelle, mi padre bajaba de aquel barco gris y grande, que tanto me impresionó. Recuerdo como salí corriendo a sus brazos, pues hacia un año que no le veía. Mi padre me llenó de besos, me dijo quinientas veces lo guapa y lo grande que estaba, me dijo mil veces cuanto me quería y lo muchísimo que me había echado de menos en todo este tiempo. Yo seguía esperando el delfín. –Reí, y una lágrima saltó desde mi ojo, estampándose contra el cristal de la foto. –Papá se volvió a ir a luchar, como yo solía decir. Y pasados seis meses, papá no volvía, cuando me prometió que volvería en menos de tres. Recuerdo el día en que mamá lloraba a gritos por teléfono.

FLASHBACK~
+Sí, soy yo. ¿Qué ocurre?
+ ¿¡Qué!? Pero…
·Mamá estalló en lágrimas.
+No puede ser…
+Usted me está mintiendo, todo es mentira, ¡deje de mentirme!
·Mamá sollozaba, lloraba a gritos… Yo observaba desde el marco de la puerta.
+¡¡NO!! ¿¡Por qué él!? ¡QUE DIABLOS TE A HECHO ÉL! –Mamá calló arrodillada delante del sofá… El teléfono cayó al suelo.
_Mamá, ¿por qué lloras? ¿Qué te pasa?
_Melanny. –Dijo, sobresaltada. - ¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar en tu cuarto
_Es que te he escuchado hablar por teléfono y pensé que era papá para que fuésemos a recogerle. ¿Habéis tenido una discusión otra vez? ¡Jo mami, siempre estáis igual!
_Si cariño… sí. He discutido con papá. Creo que tardará un poco más en volver.
FIN DEL FLASHBACK~


Todo aquello era mentira… Papá jamás volvió. Pasó un año, pasó otro. Y siguieron pasando, hasta que mamá tuvo el valor suficiente para contarme la verdad. Fue a mis once años, cuando me enteré que jamás habían discutido. Que jamás iba a volver. Que jamás volvería a ir corriendo al muelle para tirarme a sus brazos y despeinarle. Que jamás volvería a maquillarme como una famosa e iba a llenarle toda la cara de besos. Que jamás volveríamos a ir de la mano al parque para dar de comer a las palomas. –Cientos de lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Abracé con fuerza aquella foto, y le dí la vuelta, para leer aquel mensaje que él me dejó.
Querida Rouse, te envió esta foto desde la otra punta de la tierra. Ahora estamos justamente uno debajo del otro, pero a miles de kilómetros. Pero, ¿sabes una cosa? No ha pasado ni un día en que no haya pensado en ti. No ha pasado un solo día en que no mire tu foto, y orgulloso diga; es mi nena.
Rouse, te quiero más que a mi propia vida, y quiero que sepas, y que tengas presente que si algún día no estoy ahí para decírtelo, que sepas que habré caído como un héroe, y así quiero que me recuerdes. No me tumbaron sus golpes, me tumbó el dolor de no haber podido hacer más.
Recuérdame tal y como yo te recordaré a ti; lo más importante de mi vida, y cuida de mamá. Aunque siempre estéis peleando, te quiere con toda su alma.
Jamás olvides que estaré eternamente en tu corazón, y que si alguna vez me echas de menos, abre la ventana y cierra los ojos. Pon tu mano en tu corazón. Si una brisa de aire azota tus mejillas, seré yo en ese mismo instante.
Nunca te des por vencida, y si hay algo que desees en la vida, lucha por ello hasta que el cuerpo aguante. Nunca me falles. Persigue tus sueños, y hazlos realidad. Esté donde esté, estaré orgulloso de ti.
Te quiere, papá.”
Apreté aquel valioso trozo de papel contra mi pecho, con el rostro repleto de lágrimas.
_Lo haré papá, te juro que lo haré. Nunca voy a fallarte. Yo también te quiero. Más que a mi propia vida. –Susurré, apenas con un hilo de voz. No pude evitar derrumbarme.
12:47, L.A.
Me senté en el bordillo que daba a una pequeña calle poco transitada, a favor nuestra. Suspiré hondo y me deshice de todas esas lágrimas que habían bañado mi rostro en cuestión de minutos.
Un silbido.
Giré mi cabeza, hacia su ventana.
Justin.
Su sonrisa.
Mi corazón.
Un vuelco.
No podía ser real. Esto era imposible. Sentí las incontrolables ganas de volver a pasar ese rato con él. Sentía las incontrolables ganas de volver entre sus brazos, de salir corriendo y quedarme con él hasta que el oxígeno del planeta cesara.
Él ladeó su cabeza y con una sonrisa, vi que llamaba a alguien. Mi móvil comenzó a vibrar, y con una pequeña risa, descolgué.
+¿Sí? ¿Quién es? -Dije, irónica.
-Kidrauhl. -Click. Mil trocitos de mi corazón saltaron en ese mismo momento. No salían las palabras. -Me has dicho que una señorita lleva media hora sentada en un bordillo en frente de mi casa y quisiera saber cual es el motivo.
+Me gusta el aire puro, supongo. -Reí. Me giré, para volver a verle. Seguía con esa preciosa sonrisa en su cara.
-¿Puedo saber su nombre, señorita?
+Purple ninja, me suelen llamar. -Justin cerró los ojos, para abrirlos a los pocos segundos.
-¿De veras? Eso solía pertenecer al gran Justin Bieber.
+Vaya, qué pena. Pues ahora me pertenece a mí.
-No cantes victoria. Sigue siendo mío. Sigue en mi corazón.
+Jamás se irá del mío.
-Buenas noches, pequeña ninja.
PIP. PIP. PIP.
Colgó, dejándome enganchada a ese “Buenas noches, pequeña ninja”, como una completa idiota.
1:00, L.A.
Se hacía tarde, Lauren estaría preocupada, y Jeremy todavía no había salido. No sabía realmente qué hacer. Si dejarlos solos, si entrar, si volver a casa de Jota y replicarle ese “Buenas noches” a la cara…
Entré en casa. Jeremy y mamá seguían charlando alegremente. Una botella de champán me contestó a todas las preguntas de el porqué de su felicidad mutua.
Noté la mirada fija de Jeremy sobre mí. La risas cesaron. Mamá me miraba, con cara de preocupación. El rostro de Jeremy intentaba decirme algo que no conseguía entender.
_¿Rouse? -Se levantó mi mamá? -¿Que ocurre? -Se acercó a mí. ¿Estás bien? -Acarició mi cara, y el contorno de mis ojos, hinchados, enrojecidos. Enseguida comprendí qué me estaba diciendo Jeremy. -¿Ha pasado algo con el hijo de Jeremy? -Este se acercó.
_Eh no, no. Claro que no. No te preocupes. -Intenté escabullirme, a lo que su mano aferrada a mi brazo lo impidió.
_No me sirve. Tus ojos no me mienten a estas alturas Rouse. Qué ha pasado. -Dijo, con firmeza.
_Vamos, Lauren, no te preocupes, no será nada mujer. -Intervino Jeremy.
_Claro, mamá. Tan solo que de camino a casa me vinieron demasiados recuerdos a la mente. -Mi mano dejó ver la foto de Andy, mi padre. Ella lo entendió. Jeremy sabía que no había sido tan solo por eso.
_Oh, cielo… Cuanto siento haberme entrometido. -Selló, con un abrazo.
_Buenas noches, te quiero. -Me despedí de ella, y de Jeremy, con un pequeño saludo con la mano. Él me guiñó un ojo.
_Y yo a ti princesa, y yo a ti. -Dijo, antes de subir escaleras arriba.
Me tumbé en mi cama, al borde ella, justo delante de esa ventana que me separaba de mi ídolo.
“No podía creer todo lo que me estaba pasando en estos momentos. Si era un sueño, estaba segura de que no querría despertar. “Buenas noches, pequeña ninja” rebotaba una y otra vez en mi cabeza. Él. Era él. Tantas veces imaginé como serían sus ojos de cerca. Tantas veces soñé con su abrazo. Tantas veces me dormí pensando como sería verle sonreír y saber con certeza que yo era el motivo. Y ahora lo sabía. De un simple viaje, al sueño de mi vida. De una ilusión, a mi corazón latiendo a doscientas mil pulsaciones por segundo. Desde unas escaleras, hasta el final del mundo…
Una vibración me sacó de mis escritos. Mi móvil iluminó la habitación.
Un mensaje. De J.
Te estoy observando.”
No puedo evitar reír. ¿Qué estaba haciendo? Dirijo mi mirada hacia su ventana y me lo encuentro allí, mirándome fijamente. Sonrío avergonzada.
Es de mala educación espiar a las personas de esa manera”
A los pocos segundos, coge su móvil y lee. Me contesta.
Tú ya lo has hecho varias veces. Y sin decírmelo, eso es peor, admítelo.”
Siento como mis mejillas comienzan a calentarse, mostrando un exagerado rubor. Vuelvo la mirada hacia él y le hago un corte de mangas enseñándole el dedo corazón. Acto seguido cierro la ventana entre risas. No pasa ni un minuto cuando mi móvil vibra de nuevo. Esta vez es una simple llamada perdida. Vuelvo a abrir la cortina y Justin seguía ahí mirándome fijamente. Me encojo de hombros riendo y le hago un gesto de ‘¿Qué?’. Poco a poco levanta sus brazos y deja ver un folio en blanco con una carita triste dibujada con algo negro y grueso. Sonrío y sin quererlo me muerdo mi propio labio inferior escondiendo esa sonrisa. Él también sonríe.
Vaya.., ¿Te hice sentir mal?” Le envío.
Soy una persona sensible y acabas de herir mis sentimientos. Que lo sepas.”
¿Me perdonas?”– Le miro y está sonriéndole a la pantalla del móvil.
Con una condición.”Un escalofrío. Dos. Mil.
¿Cuál?”–Noto como todos los nervios se manifiestan uno a uno dentro de mi estómago.
Mañana. A las 6. Tú pones las palomitas, yo pongo la peli y mi envidiable presencia”
¡Pero serás egocéntrico!” Y río como una estúpida.
No hay más que hablar. Nos vemos.”. Y asegurándose de que le estoy mirando, vuelve a colocarle la funda al móvil. Sonríe de una manera que como si de corrientes eléctricas se tratase, me hace sonreír a mí también. Corre su cortina. Suspiro y vuelvo a tirarme en la cama.

-¿Qué te está pasando Rouse?-.

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Os adoro.

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