miércoles, 24 de abril de 2013

♥ El último pétalo - Capítulo 5 ♥

7:00 A.M, primer día de clases.
 Nervios. Inseguridad. Miedo. Y un sueño de la hostia.
El endeble Sol se cuela por las rendijas de mi ventana, dándome de lleno en los ojos, impidiéndome abrirlos. Gruño y vuelvo a taparme con la sábana. La segunda alarma suena.
_Como te odio… -Susurro, y me destapo. Me desperezo cual oso y un asaltante entra de lleno en mi cuarto al grito de…
_¡PRIMER DÍA DE CLASE! -Y se tira encima mía cual croqueta. Un chillido asustado se escapa de mi garganta
_¡Mamá! ¿Quieres matarme? ¡Eso no se hace! -Le reprimo, dándole en el brazo. -¿Como puede hacerte ilusión? Es horrible.
_¡Es genial! Los pájaros cantan, el Sol comienza a aparecer…
_Ya vale.
_El calor no es pesado… -Continúa.
_Que ya vale.
_He quedado con Jeremy a las once…
_Que sí, que ya val… -Me giro en seco. -¿¡QUÉ!?
_¡Buenos días! -Y sale disparada hacia su cuarto.
_¡Oye! ¡No me dejes así! -Le grito desde el pasillo. Inútil, ya ha vuelto a su habitación. Me siento en la cama, y un escalofrío recorre mi cuarto al ver su ventana bajada. Todavía dormía. Obvio que no iría a clase si no quería morir. Lo cierto es que mirándolo de ese modo, sentía lástima. Él no podía ser como otros chicos. Tan solo le hacia falta cometer un solo fallo para ser criticado por el mundo entero. -Bajé la cabeza, pesada. -A veces las personas llegamos a ser demasiado crueles, y esa es la verdad.
7:40 A.M.

Bajé, ya preparada, al salón a tomar el primer desayuno en condiciones desde que estoy aquí en el bello y pequeño pueblo del precioso Los Angeles. Encontrar un sitio así en tan enorme ciudad había sido todo un logro. Tranquila, callada, soleada, a poco de esa magnífica playa… Perfecto para alguien como yo. El calor del mes de mayo comenzaba a hacerse notable, y mucho más aquí.Tostadas y mantequilla me esperaban en la mesa.
_Oh, mamá… -Sonreí. Ella seguía con los pequeños detalles de la mudanza, y no tardo nada en llamarme la atención, coger el coche y llevarme a mi nuevo instituto.
_Y bueno… -Comenzó, en el trayecto. -Ese hijo de Jeremy… -Click Recordé el rostro de Jeremy pidiendome silencio. -¿Qué? Ni siquiera tuvimos tiempo de hablar.
_Ah sí, eh… Bien.
_¿Bien?
_Sí,bien, es.. simpático. Se parece mucho a Jeremy. Tienen el mismo tatuaje.
_¿Tatuajes? ¿Con 19 años? Un poco pronto.
_Oh mamá no seas retrógrada, ya es mayorcito. Además, los tatuajes están bien. -Me dedicó una mirada asesina.
_¿Que me has llamado?
_Guapa. Bonita. Te quiero mami.
_Pensaba. -Dijo haciendo una pequeña mueca ahogando una de sus risas. -Es aquí. -Me señaló una valla que encerraba un recinto, a primera vista, de buen ver.
_Bueno, no parece una cárcel…
_No seas pesimista. Conocerás gente nueva.
_Oh, que divertido.
_Rouse, cielo, debes cambiar esa mentalidad. Nuevos aires, nuevo viaje, nueva vida. ¿Está bien? Quiero verte feliz cariño.
¿Puedo serlo más en estos momentos? -Pensé.

_Anda, ve, vendré a recogerte a las tres. Nos vemos aquí.
_Sí mamá, te quiero.
_Te quiero. -Se dispuso a arrancar el coche.
_¡Ah! -Recordé. Ella se asomó por la ventanilla. -Que te vaya bien con.. Jeremy. -Dije pícara remarcando el nombre. -Ella rió y arrancó para segundos después perderse en las calles. Sonó la campana que anunciaba un nuevo y horrible día en el instituto de Los Angeles.
Y yo no sabía ni qué hacer, ni a dónde ir. Cuando volví a darme la vuelta, todos los que estaban segundos antes rondando por la puerta habían desaparecido. -¡Mierda! -Se me escapó. Caminé dirigiéndome a la parte trasera de mi instituto. Las puertas se cerraron a mis espaldas, haciéndome soltar un pequeño grito avergonzante del cual me aseguré que nadie me había escuchado. Si alguien me estuviese viendo en ese mismo momento, le estaba alegrando el lunes completamente. En la puerta trasera no había ni Peter. Miré mi reloj. 8:07.
_Joder, joder. -Susurré. Empujé la puerta. No se abría.
Lo volví a intentar.
Nada.
Cambié mi rumbo hacia la otra puerta, cuando escuché unas risas que me hicieron darme la vuelta. Unos chicos saltaban la puerta, cerrada hacía unos minutos. Uno de ellos apagaba un cigarro mientras el ojo fijó su mirada en mí. Los otros dos bromeaban entre ellos dandose golpes en los brazos. Intenté evitarlos por miedo a las burlas que podrían causar sobre mí. Volví a la parte de atrás.
_Eh, nena. ¿Intentas irte? Por ahí me da a mí que no. -Él y sus amigos reían. Todos, menos uno. Le ignoré.
_Muñeca, ¿estás sorda? Por ahí no se puede entrar ni salir.
_No me hacen falta tus consejos. Sigue fumando y pasa de mi cara. -Contesté tajante y a distancia.
_Ui, ui ui… -Rieron sus amigos.
_Cerrad el pico. -Uno de ellos seguía mirándome fijamente. Los demás se escabullieron saltando por una parte de las vallas que era notablemente más baja que las demás. El chico que quedaba se acercó hacia mí con la mirada fija.
_Perdona, ¿eres nueva? -Me dijo, a unos pasos de mí. Yo seguía intentando abrir la puerta. Le miré. Volví a mirar la puerta.
_Sí. -Contesté pasados unos segundos.
_Por aquí no se puede entrar. Ven conmigo. -Me sonrió, tendiéndome la mano. Vacilé y dudé unos instantes, pero cedí mi mano. -Me llamo Jacob, pero me suelen llamar Jack.
_Rouse. -Mi voz tembló. -Rouse Risbourn.
_Bonito nombre y bonito rostro. -Me guiñó un ojo. Solté mi mano.
_Gracias. ¿Puedes ayudarme a entrar a mi clase? Llego quince minutos tarde.
_Eh sí, claro. Ven conmigo. -Me condujo, pocos metros allá, a una puerta de cristal con un timbre justo al lado. Tocó y a los pocos segundos, un hombre estéticamente estropeado nos recibió. Me miró. Le miró. Miró su reloj.
_Estaba cerrada. -Dijo Jack.
_Obviamente. Llegan tarde. ¿Cual es el motivo de su retraso? -Nos hizo pasar, dirigiéndose a lo que supuse que era la conserjería y tomando una libreta entre sus manos.
_Yo.. -Dije, tímida. -Me llamo Rouse. -El conserje me miró por encima de sus gafas. -Y eh… soy nueva. N-no sabía por donde entrar. Se cerró todo de golpe. -Seguía mirándome descarado por encima de sus gafas. Bajó la vista y entró en su pequeño despacho, haciendo una llamada. Miré a Jack, se rodó sus ojos con pesadez.
_Bueno Josh, que me voy a clase.
_A la sala de castigados.
_Pues eso, a clase. -Me guiñó un ojo y desapareció un pasillo a la izquierda. Segundos más tarde apareció un hombre de cara divertida y con una amplia sonrisa.
_Tú debes de ser Rouse. -Me estrechó la mano, con alegría.
Y así transcurrió el día. De presentación en presentación. Lo cierto es que la clase que me había tocado era menos odiosa de lo que creía. Apenas eramos unos dieciocho en clase. Niñas de mamá con sus vestidos a juego con los zapatos, chicos rebeldes liándose cigarros en medio de la clase de história, chicos listos, peleándose por salir a corregir un ejercicio. Un tal Kevin que las traía locas a todas, pero que no había asistido hoy a clase, para suerte mía. Mi compañera de mesa, Abbigail, una chica de cabello moreno y de mi misma estatura. Callada, tímida. Con un precioso tatuaje en la muñeca que no conseguí saber qué significaba. Simpática y con una sonrisa preciosa en la cual relucía una pequeña perlita en uno de sus dientes. Fue la única chica en todo el día que me dedicó una sonrisa y unas palabras. Hemos conectado, supongo. Las demás me miraban de arriba a abajo cuchicheando entre ellas, cosa que me importaba más bien poco. Y como dice Abbigail, cuanto más en su ego, menor es su cerebro. Podría haber sido peor.

Cerré mi diario y sonó la campana.
_Bú.
_-Aspiré una bocanada de aire, asustandome- Joder. -Jack reía con fuerza. -Qué gracioso.
_¿Porqué estás aquí sola? -Me siguió al mismo tiempo que yo cogía mi mochila y me encaminaba hacia la salida para encontrarme con mamá.
_No conozco a mucha gente. Abbigail se ha ido a última hora.
_¿Abbigail? ¿Te gusta la gente rarita?
_No es rarita. Es estupenda. -Dije con la mirada fija en la puerta.
_Eres un poco borde, ¿no? -Rió.
_Soy Rouse. Hasta mañana. -Le corté, dejándole con la sonrisa de tonto en el aire y una ceja levantada. Ladeó su cabeza haciendo muestra de impresión y se reencontró con sus amigos al mismo tiempo que yo me encontraba con mi madre, que me recibió con un abrazo y un interrogatorio de preguntas de camino a casa.
Me resultó extraño que ella no bajase del coche.
_¿Bajas ahora, o mañana? -Bromeé.
_Tengo cosas que hacer cielo. No montes fiestas en casa. Volveré a las nueve. He conseguido un posible trabajo gracias a una amiga de Jeremy. Nos vemos. -Y me lanzó un besito, dejandome con la palabra en la boca en la puerta de casa.
_Pues que bien. -Le dije al aire. Dirigí mi mirada hacia la ventana de Justin, que a estas horas de la tarde estaba ya abierta de par en par. No parecía haber nadie en su casa.
Entre en casa.
Bip-bip.
Nuevo mensaje de Jota. Algún día tendría que cambiar ese nombre. Sonreí y lo abrí.
Bonita mochila.
Nos vemos a las séis.

Cerré los ojos y me dejé caer contra la puerta de mi casa, hasta que mi trasero tocó el suelo. Sonreí y me mordí el labio inferior, suspirando. Grité. Reí nerviosa y alto.
Me estaba volviendo completamente loca por volver a verle.


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