7:00
A.M,
primer día de clases.
Nervios. Inseguridad. Miedo. Y un sueño de la
hostia.
El
endeble Sol se cuela por las rendijas de mi ventana, dándome de
lleno en los ojos, impidiéndome abrirlos. Gruño y vuelvo a taparme
con la sábana. La segunda alarma suena.
_Como
te odio… -Susurro, y me destapo. Me desperezo cual oso y un
asaltante entra de lleno en mi cuarto al grito de…
_¡PRIMER
DÍA DE CLASE! -Y se tira encima mía cual croqueta. Un chillido
asustado se escapa de mi garganta
_¡Mamá!
¿Quieres matarme? ¡Eso no se hace! -Le reprimo, dándole en el
brazo. -¿Como puede hacerte ilusión? Es horrible.
_¡Es
genial! Los pájaros cantan, el Sol comienza a aparecer…
_Ya
vale.
_El
calor no es pesado… -Continúa.
_Que
ya vale.
_He
quedado con Jeremy a las once…
_Que
sí, que ya val… -Me giro en seco. -¿¡QUÉ!?
_¡Buenos
días! -Y sale disparada hacia su cuarto.
_¡Oye!
¡No me dejes así! -Le grito desde el pasillo. Inútil, ya ha vuelto
a su habitación. Me siento en la cama, y un escalofrío recorre mi
cuarto al ver su ventana bajada. Todavía dormía. Obvio que no iría
a clase si no quería morir. Lo cierto es que mirándolo de ese modo,
sentía lástima. Él no podía ser como otros chicos. Tan solo le
hacia falta cometer un solo fallo para ser criticado por el mundo
entero. -Bajé la cabeza, pesada. -A veces las personas llegamos a
ser demasiado crueles, y esa es la verdad.
7:40
A.M.
Bajé,
ya preparada, al salón a tomar el primer desayuno en condiciones
desde que estoy aquí en el bello y pequeño pueblo del precioso Los
Angeles. Encontrar un sitio así en tan enorme ciudad había sido
todo un logro. Tranquila, callada, soleada, a poco de esa magnífica
playa… Perfecto para alguien como yo. El calor del mes de mayo
comenzaba a hacerse notable, y mucho más aquí.Tostadas y
mantequilla me esperaban en la mesa.
_Oh,
mamá… -Sonreí. Ella seguía con los pequeños detalles de la
mudanza, y no tardo nada en llamarme la atención, coger el coche y
llevarme a mi nuevo instituto.
_Y
bueno… -Comenzó, en el trayecto. -Ese hijo de Jeremy… -Click
Recordé el rostro de Jeremy pidiendome silencio. -¿Qué? Ni
siquiera tuvimos tiempo de hablar.
_Ah
sí, eh… Bien.
_¿Bien?
_Sí,bien,
es.. simpático. Se parece mucho a Jeremy. Tienen el mismo tatuaje.
_¿Tatuajes?
¿Con 19 años? Un poco pronto.
_Oh
mamá no seas retrógrada, ya es mayorcito. Además, los tatuajes
están bien. -Me dedicó una mirada asesina.
_¿Que
me has llamado?
_Guapa.
Bonita. Te quiero mami.
_Pensaba.
-Dijo haciendo una pequeña mueca ahogando una de sus risas. -Es
aquí. -Me señaló una valla que encerraba un recinto, a primera
vista, de buen ver.
_Bueno,
no parece una cárcel…
_No
seas pesimista. Conocerás gente nueva.
_Oh,
que divertido.
_Rouse,
cielo, debes cambiar esa mentalidad. Nuevos aires, nuevo viaje, nueva
vida. ¿Está bien? Quiero verte feliz cariño.
¿Puedo
serlo más en estos momentos? -Pensé.
_Anda,
ve, vendré a recogerte a las tres. Nos vemos aquí.
_Sí
mamá, te quiero.
_Te
quiero. -Se dispuso a arrancar el coche.
_¡Ah!
-Recordé. Ella se asomó por la ventanilla. -Que te vaya bien con..
Jeremy. -Dije pícara remarcando el nombre. -Ella rió y arrancó
para segundos después perderse en las calles. Sonó la campana que
anunciaba un nuevo y horrible día en el instituto de Los Angeles.
Y
yo no sabía ni qué hacer, ni a dónde ir. Cuando volví a darme la
vuelta, todos los que estaban segundos antes rondando por la puerta
habían desaparecido. -¡Mierda! -Se me escapó. Caminé dirigiéndome
a la parte trasera de mi instituto. Las puertas se cerraron a mis
espaldas, haciéndome soltar un pequeño grito avergonzante del cual
me aseguré que nadie me había escuchado. Si alguien me estuviese
viendo en ese mismo momento, le estaba alegrando el lunes
completamente. En la puerta trasera no había ni Peter. Miré mi
reloj. 8:07.
_Joder,
joder. -Susurré. Empujé la puerta. No se abría.
Lo
volví a intentar.
Nada.
Cambié
mi rumbo hacia la otra puerta, cuando escuché unas risas que me
hicieron darme la vuelta. Unos chicos saltaban la puerta, cerrada
hacía unos minutos. Uno de ellos apagaba un cigarro mientras el ojo
fijó su mirada en mí. Los otros dos bromeaban entre ellos dandose
golpes en los brazos. Intenté evitarlos por miedo a las burlas que
podrían causar sobre mí. Volví a la parte de atrás.
_Eh,
nena. ¿Intentas irte? Por ahí me da a mí que no. -Él y sus amigos
reían. Todos, menos uno. Le ignoré.
_Muñeca,
¿estás sorda? Por ahí no se puede entrar ni salir.
_No
me hacen falta tus consejos. Sigue fumando y pasa de mi cara.
-Contesté tajante y a distancia.
_Ui,
ui ui… -Rieron sus amigos.
_Cerrad
el pico. -Uno de ellos seguía mirándome fijamente. Los demás se
escabullieron saltando por una parte de las vallas que era
notablemente más baja que las demás. El chico que quedaba se acercó
hacia mí con la mirada fija.
_Perdona,
¿eres nueva? -Me dijo, a unos pasos de mí. Yo seguía intentando
abrir la puerta. Le miré. Volví a mirar la puerta.
_Sí.
-Contesté pasados unos segundos.
_Por
aquí no se puede entrar. Ven conmigo. -Me sonrió, tendiéndome la
mano. Vacilé y dudé unos instantes, pero cedí mi mano. -Me llamo
Jacob, pero me suelen llamar Jack.
_Rouse.
-Mi voz tembló. -Rouse Risbourn.
_Bonito
nombre y bonito rostro. -Me guiñó un ojo. Solté mi mano.
_Gracias.
¿Puedes ayudarme a entrar a mi clase? Llego quince minutos tarde.
_Eh
sí, claro. Ven conmigo. -Me condujo, pocos metros allá, a una
puerta de cristal con un timbre justo al lado. Tocó y a los pocos
segundos, un hombre estéticamente estropeado nos recibió. Me miró.
Le miró. Miró su reloj.
_Estaba
cerrada. -Dijo Jack.
_Obviamente.
Llegan tarde. ¿Cual es el motivo de su retraso? -Nos hizo pasar,
dirigiéndose a lo que supuse que era la conserjería y tomando una
libreta entre sus manos.
_Yo..
-Dije, tímida. -Me llamo Rouse. -El conserje me miró por encima de
sus gafas. -Y eh… soy nueva. N-no sabía por donde entrar. Se cerró
todo de golpe. -Seguía mirándome descarado por encima de sus gafas.
Bajó la vista y entró en su pequeño despacho, haciendo una
llamada. Miré a Jack, se rodó sus ojos con pesadez.
_Bueno
Josh, que me voy a clase.
_A
la sala de castigados.
_Pues
eso, a clase. -Me guiñó un ojo y desapareció un pasillo a la
izquierda. Segundos más tarde apareció un hombre de cara divertida
y con una amplia sonrisa.
_Tú
debes de ser Rouse. -Me estrechó la mano, con alegría.
Y
así transcurrió el día. De presentación en presentación. Lo
cierto es que la clase que me había tocado era menos odiosa de lo
que creía. Apenas eramos unos dieciocho en clase. Niñas de mamá
con sus vestidos a juego con los zapatos, chicos rebeldes liándose
cigarros en medio de la clase de história, chicos listos, peleándose
por salir a corregir un ejercicio. Un tal Kevin que las traía locas
a todas, pero que no había asistido hoy a clase, para suerte mía.
Mi compañera de mesa, Abbigail, una chica de cabello moreno y de mi
misma estatura. Callada, tímida. Con un precioso tatuaje en la
muñeca que no conseguí saber qué significaba. Simpática y con una
sonrisa preciosa en la cual relucía una pequeña perlita en uno de
sus dientes. Fue la única chica en todo el día que me dedicó una
sonrisa y unas palabras. Hemos conectado, supongo. Las demás me
miraban de arriba a abajo cuchicheando entre ellas, cosa que me
importaba más bien poco. Y como dice Abbigail, cuanto más en su
ego, menor es su cerebro. Podría haber sido peor.
Cerré
mi diario y sonó la campana.
_Bú.
_-Aspiré
una bocanada de aire, asustandome- Joder. -Jack reía con fuerza.
-Qué gracioso.
_¿Porqué
estás aquí sola? -Me siguió al mismo tiempo que yo cogía mi
mochila y me encaminaba hacia la salida para encontrarme con mamá.
_No
conozco a mucha gente. Abbigail se ha ido a última hora.
_¿Abbigail?
¿Te gusta la gente rarita?
_No
es rarita. Es estupenda. -Dije con la mirada fija en la puerta.
_Eres
un poco borde, ¿no? -Rió.
_Soy
Rouse. Hasta mañana. -Le corté, dejándole con la sonrisa de tonto
en el aire y una ceja levantada. Ladeó su cabeza haciendo muestra de
impresión y se reencontró con sus amigos al mismo tiempo que yo me
encontraba con mi madre, que me recibió con un abrazo y un
interrogatorio de preguntas de camino a casa.
Me
resultó extraño que ella no bajase del coche.
_¿Bajas
ahora, o mañana? -Bromeé.
_Tengo
cosas que hacer cielo. No montes fiestas en casa. Volveré a las
nueve. He conseguido un posible trabajo gracias a una amiga de
Jeremy. Nos vemos. -Y me lanzó un besito, dejandome con la palabra
en la boca en la puerta de casa.
_Pues
que bien. -Le dije al aire. Dirigí mi mirada hacia la ventana de
Justin, que a estas horas de la tarde estaba ya abierta de par en
par. No parecía haber nadie en su casa.
Entre
en casa.
Bip-bip.
Nuevo
mensaje de Jota. Algún día tendría que cambiar ese nombre. Sonreí
y lo abrí.
Bonita
mochila.
Nos
vemos a las séis.
Cerré
los ojos y me dejé caer contra la puerta de mi casa, hasta que mi
trasero tocó el suelo. Sonreí y me mordí el labio inferior,
suspirando. Grité. Reí nerviosa y alto.
Me
estaba volviendo completamente loca por volver a verle.
MUY
IMPORTANTE: Si has leído este capítulo, es muy importante para mí
y me haría enormemente feliz que le dieses RT a este tweet para
poder verte y avisarte y que nos hagamos cada vez más grandes ♥:
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