Capítulo
17
Siguiente clase;
historia.
El sitio de Justin,
vacío.
Siguiente clase;
latín.
¿Justin?
Siguiente clase;
biología.
Recreo.
Y nada de él.
Suspiro tras supiro,
mirada tras mirada. En segundos, ya estaba fuera del instituto. Que
los alumnos de bachillerato pudiesen salir a la hora del recreo era
genial. Gail encendió un cigarro con el mechero de uno de los chicos
que pasaba por alli, y la miré de reojo.
_¿Desde cuando
fumas?-Le pregunté extrañada. Ella se encogió de hombros y sonrió.
_Me apetece.
_Pues trae. -Le
quité un cigarrillo del paquete que volvió a guardar en segundos.
Palpé mis bolsillos en busca de fuego y gruñí. -Joder. -El
sonido de un mechero encendiendose en mil chispas llamó mi atención
justo delante de mis ojos. Él. Mi cigarrillo encendiendose de un
color rojizo, al igual que mis mejillas. Su mirada se clavó en lo
más profundo de mis ojos. Tanto, que me produjo escalofrios. Una
mirada que aguantó diez segundos antes de marchar, con su camiseta
de mangas cortas azul oscuro y sus pantalones ceñidos. Diez segundos
que me bastaron para colarme dentro de él y saber que Abbigail había
tenido razón desde el principio. Que sus ojos color miel ya no eran
dulces. Que ahora se tornaron oscuros y tan profundos, que el abismo
asustaba. Su mano tensa, ante mí, y ese iris que brillaba,
expresivo. Tensa y temblorosa al mismo tiempo. Sujetando algo más
que un simple favor. Sujetando en sus manos un sentimiento que estaba
a punto de romper contra el suelo en mil pedazos, y que no volvería.
Por mucho que te disculpes ante un espejo roto e intentes
reconstruirlo, nunca volverá a mostrarte la misma imagen. Perfecta,
exacta, inconfundible. Los sentimientos no son más que frágiles
figuras de cristal, y si las quiebras, poco a poco irá iniciando su
descenso, hasta que la realidad recoja su forma en pedacitos
irreconstruibles. Le tendí el cigarro a Gail, que ahora tenía dos.
Me miró confusa.
_Justin... -Susurré,
apenas inaudible. Pero suficiente para que su cuerpo quedáse esático
ante mí. Ladeó su cabeza, observandome desde el rabillo del ojo.
Abbigail miraba inexpresiva un punto fijo entre ambos. Tres pasos y
ya estaba a su lado. Él cerró sus ojos ante el tacto de mis dedos
en su brazo. -¿Adónde vas?
_No lo sé. -
Contestó, con una voz ronca.
_Tienes que saberlo.
-Giré mi cabeza hacia la de Gail, que me hizo un gesto antes de
volver a entrar en el instituto.
_Pues no lo sé,
¿vale?
_¿Qué te pasa?
_¿Que te pasó a ti
ayer, Rouse? -Su voz tajante casi cortó mi frase. -Pasamos la noche
juntos, te lo doy todo, te defiendo delante del que era uno de mis
mejores amigos... ¿Sabes lo que él podría haberte hecho? -Mi
estomago se encogió. -Jack no es buena gente. Puede que yo nunca
haya disparado un arma -miró a su alrededor, y bajó la voz-, pero
él sí. Y ha estado más veces en comisaria que en su propia casa
-apretó su mandíbula-. Y te tenía en el suelo como un jodido
trapo. Y siempre la lleva con él. -Hizo el gesto de apretar un
gatillo, y mi piel se erizó. -Te defendí, y le dejé inservible
para unos cuantos días. Te llevé al lugar más importante para mí
desde que estoy aquí tan solo para decirte una jodida mierda. Y tú
me dices que eres “una más”. Es decir, ¿realmente te consideras
una de esas guarras a las que tengo comiendo de mi mano? ¿De verdad?
Pensaba que te valorabas más. Yo jamás trataría como a una
princesa a alguien de usar y tirar.
Como una
princesa.
Princesa...
_¿Una mierda? ¿Es
que el hecho de querer a alguien para ti es una mierda? -Le repliqué,
con el estómago en un nudo irresoluble.
_No. -Cortó. -Es
una mierda querer a alguien y que no valore todo lo que haces. -Me
miró fijamente a los ojos, y bajé mi mirada avergonzada. ¿Qué
podía contestarle? Sabía perfectamente quien llevaba la razón.
Silencio.
_Y todo simplemente
por qué ella me vio en calzoncillos.-Rió. Realmente parecía
chistoso.
_No.
_¿No? ¿Entonces
por qué? ¿Acaso Gail me miró? -Lanzó, con ironía.
_Es que no quiero
que nadie más que yo te conozca de esa manera. -Su expresión se
relajó y sus ojos se entrecerraron. Suspiró y sus brazos se
aferraron a mi espalda. Mi corazón se aceleró ante su abrazo.
_Tonta... -Besó mi
pelo, y pude notar que había sonreído. Sonreí con él y tomó mi
mano. Tiró de mí.
_¿Adónde vas?
-Repetí.
_Adónde vamos.
-Corrigió. Sonrió. Morí. -Ven conmigo.
En pocos segundos
estabamos encima de Baffy, rumbo a una dirección desconocida. Mis
brazos se aferraban a su abdomen firmemente, mientras él sujetaba
los mangos de su moto con seguridad y una sonrisa oculta tras su
casco. Aceleraba, aflojaba, aceleraba, y mi vida con él. Nervios que
recorrían mi cuerpo de cabeza a pies y ese nudo en la garganta que
aparece cuando estas a punto de llorar. ¿Se podía llorar de amor?
¿Por qué no? Este sentimiento apretaba tanto mi corazón que ni
siquiera lo dudé.
El motor de Baffy se
relajó, y el viento cesó. Justin plantó sus pies en el suelo a la
espera de que yo bajase. Y realmente no entendía nada; un montón de
hierba y de árboles era lo único que veía. Él guardó los cascos
con una sonrisa pícara.
_¿Qué es...-Me
interrumpió con un 'Shhht' y su dedo índice en los labios.
_Te van a oír.
-Susurró, entre risas.
_¿Qué? ¿Quién?
Si aquí solo hay árboles.
_No... Hay muchas
cosas. -Volvió a susurrar. - Ven aquí. -Me cogió de la mano,
colocandose a hurtadillas delante de mí, cosa que me hizo reír, a
lo que él volvió a mandarme a callar. Fruncí el ceño. -Este es un
lugar... mágico. -Abrió mucho los ojos y asintió, y por el temblor
de sus labios supe que estaba aguantando la risa.
_¿Qué? -Levanté
una ceja. -¿Por qué mágico? -Sonreí.
_¿Tú crees en las
hadas? -Preguntó, imitando a Peter Pan, con su perfecta sonrisa en
la boca.
_Eh...
_Yo sí. ¿Y tú?
_Pues... está
bien.También creo en las... hadas. -Fruncí el ceño, confusa. Él
rió, haciendo pequeños sus profundos ojos, que volvían a ser de un
miel muy dulce.
_Este es un lugar
donde las cosas se hacen realidad. Como en las películas. -Dió dos
pasos, colocandose cual ninja. Tapé mi boca, para no reír.
_¿Y tú quieres ser
un ninja?
_Nena, por favor. Ya
lo soy. -Se indignó, moviendo el cuello rapidamente. Sonreí,
dejando escapar una silenciosa risa. -Ven. -Me tomó de la mano y
andamos unos minutos. Unos dos minutos después, un claro de bosque
se presentó ante nosotros.Y más allá, un acantilado. Agua. ¿Agua?
_Ahora cierra los
ojos. -Le hice caso, con una sonrisa en los labios. El Sol se coló
entre rama y rama, calentando mi rostro con sus rayos. Mi piel se
erizó ante el calor.
Él en mi
espalda.Sus manos sobre las mías, alargandolas a los extremos, de
modo que mi cuerpo quedó en forma de “ T ”. Él besó mi cuello
y sonrió. -¿Quieres ver como realmente es mágico? -Seguía
susurrando. Asentí con mi cabeza.
_Sí. -Me ruboricé.
Acababa de entrar en su juego.
_Pide un deseo, en
voz alta. Yo también lo haré. A la de tres.
Uno.
Dos.
Y...
_¡Quiero pasar el
resto de mi vida a tu lado! -Gritamos a coro. Mis ojos se abrieron de
golpe. ¿Qué coño..?
_¿Pero como has
sabido...?
_Yo no fuí, fueron
ellas. Pero todavía no nos han escuchado. Acercate más allí. -Me
señaló justo donde el Sol se posaba, cerca del borde del
acantilado, a unos cuatro o cinco pasos. Sentí el vértigo por mi
interior. -Ahora. A la de tres. No me falles.
Uno.
Dos.
Tres.
_¡Quiero pasar el
resto de mi vida a tu lado! -Volvimos a gritar, más fuerte.
Nuestro eco resonó
por cada rincón de aquel paisaje, y segundos después, un sonido
comenzó a hacerse más y más grande. ¿Alguna vez habeis escuchado
a un buho? Pues algo parecido inundó el lugar, y con él, el viento,
que zarandeó los árboles, súmandose al sonido. Justin imitó el
sonido de los buhos, y estos le contestaron más fuerte. Los pequeños
pájaros que dormían en los árboles alzaron su vuelo por encima de
nosotros. Tan cerca, que Justin agachó mi cabeza entre risas. El
viento removió las olas, haciendo que rompiesen justo debajo
nuestro, saltando sus pequeñas gotas casi a nuestros pies.
_Ahora sí que están
aquí. -Susurró en mi oído. Mi boca, entreabierta. Mi mente,
viajaba. Observaba ese momento mágico, guardando en ella cada
detalle. Mis ojos se humedecieron mientras el viento zarandeaba mi
pelo, haciendome cerrar los ojos. -Piensa que puedes volar. -Sostuvo
mis brazos.
_¿Cómo? -Reí, con
los ojos cerrados.
_Piensalo. Piensa
para ti misma que estás volando, que tus brazos son tus alas, que
los míos son el impulso que te ayudará a despegar. Piensalo, cuando
el viento azote tu cara. -Él acarició mis brazos, colocando sus
manos en mis muñecas
Y no pude evitar
recordar el final de esa nota que papá me dejó.
“Recuérdame
tal y como yo te recordaré a ti; lo más importante de mi vida, y
cuida de mamá. Aunque siempre estéis peleando, te quiere con toda
su alma.
Jamás
olvides que estaré eternamente en tu corazón, y que si alguna vez
me echas de menos, abre la ventana y cierra los ojos. Pon tu mano en
tu corazón. Si una brisa de aire azota tus mejillas, seré yo en ese
mismo instante.
Nunca
te des por vencida, y si hay algo que desees en la vida, lucha por
ello hasta que el cuerpo aguante. Nunca me falles. Persigue tus
sueños, y hazlos realidad. Esté donde esté, estaré orgulloso de
ti.
Te quiere, papá.”
Si
una brisa de aire azota tus mejillas, seré yo en ese mismo instante.
Seré
yo en ese mismo instante...
Y juro que lo hice.
Despegué hacia un estado desconocido para mí. Amor, que dió vida a
mis alas. Papá, que despegó mis pies del suelo como cada vez que
mis piernas flaqueaban antes de marchar. Justin, que impulsó mi
vuelo hacia el país de nunca jamás. De nunca jamás separarme de su
lado. Miles de flashes comenzaron a inundar mi mente desde que llegué
a Los Angeles hasta este justo momento, iniciando el vuelo de mi
vida. Abriendo mi mente y mi corazón. Sonriendo como nunca. Lágrimas
de felicidad.
Quien dijo que las
cosas sucedían por algo, tenía demasiada razón.
Gracias
papá, por
dar tu vida por la mía.
_Princesa... -Susurró,
a mi lado. - Quédate
siempre conmigo. Quiéreme. Amáme como si la vida se te fuese en
ello. Yo recogeré día tras día los pedacitos de tu corazón. Y los
guardaré en el mío, antes de tirar la llave al mar ante tus ojos.
_Lo
haré siempre. Desde este
momento, hasta el final del mundo.
Capítulo
18
Mientras tanto en
el instituto...
_Abbigail. -Llamó
una voz grave y ronca, firme. El jefe de estudios. Ella se giró y
confusa, se acercó.
_¿Sí?
_¿Dónde está la
señorita Risbourn? -Miró una extraña lista. -Rouse Risbourn.
-Abbigail tragó saliva y intentó parecer lo más formal posible.
_No lo sé. -El jefe de estudios le miró por encima de sus gafas, enganchadas a su cuello
por una pequeña cuerda roja. Suspiró y volvió su vista hacia la
lista.
_Las he visto salir
juntas a la hora del recreo. Usted volvió pero Risbourn no. No se lo
preguntaré de nuevo. Dónde. Está. Rouse.
_No lo sé.
-Insistió, firme.
_Bien, venga
conmigo. -Él cogió su brazo con fuerza y tiró de ella. Abbigail se
quejó; le había hecho daño.
_¿Adónde?
_Adónde yo diga.
_Suélteme. -Ella
tiró de su brazo, alzando la voz. Lo que llamó la atención de
Marshall: aquel nuevo profesor de filosofía, que miró de reojo la
escena.
_Abbigail Lawrence.
Usted va a venir a dirección conmigo. Llamaremos a su casa, está
cubriendo la escapada de su amiga, y eso es una falta demasiado grave
como para dejarla pasar.
_Perdone, señor.
-La sexy voz de Marshall inundó los oídos de Abbigail. -Disculpe,
he escuchado su conversacion. Yo me encargaré de hacer el parte de
la señorita, vaya usted a seguir con sus asuntos, meramente
importantes, estoy seguro. Estoy de guardia ahora, no tengo nada
especial que hacer. -El jefe de estudios le miró durante unos
segundos.
_Buenos días. -Se
despidió.
Abbigail apretaba su
brazo con fuerza; realmente le dolía. Miró a Marshall de arriba a
abajo, mordiendose inconscientemente el labio. Marshall le miró a
los ojos.
_Así que tu eres
Abbigail. -Ella asintió. -He leído tu cuestionario. -Abbigail tragó
saliva, nerviosa. Marshall le sonrió. -Pareces buena chica.
-Marshall miró a su alrededor. -¿Dónde está Rouse realmente?
_Ha salido... Ha
salido con un chico. -Gail bajó su vista.
_Es algo grave
escaparse del instituto, ¿lo sabiais? -Ella asintió con su cabeza.
-Mira, Abbigail, esta vez voy a cubriros, porque no me gusta nada ese
jefe de estudios vuestro. Pero si me pillan a mí, me caerá toda la
mierda. -Profundizó en el “toda”, abriendo las manos. - Os pido
porfavor, y si ella estuviese aquí se lo pediría a ella, que no
volváis a hacer este tipo de cosas. Yo también he sido joven y lo
he hecho, claro que sí. -Rió, una corta carcajada. - Pero la
experiencia es sabia. -Apoyó su mano en el hombro de Abbigail y se
despidió. -Ahora ves a clase, que llegas tarde. Nos vemos mañana.
-Y desapareció escaleras abajo. Abbigail sacó su teléfono móvil y
comenzó a teclear algo a Rouse.
-Tía,
vas a flipar. Vuelve al insti.
Abbigail.
Enviado.
Narra
Rouse
Mi móvil vibró en
el momento en que sus labios estaban a punto de rozar los míos de
nuevo, pero con el mismo deseo que el primero.
Mensaje
de Abbigail.
Tía,
vas a flipar. Vuelve al insti.
Mi estomago se
revolvió. Los nervios volvieron a inundarme.
_¿Rouse? -Justin se
dió cuenta.
Para
Abbigail.
¿Qué
ha pasado?
Mensaje
de Abbigail.
El
jefe de estudios te ha pillado, pero Marshall nos ha cubrido.
Vuelve
antes de que se de cuenta el jefe.
_Mierda,
Justin. Mierda, mierda. -Toqué mi frente, cerrando los ojos. -Eddy
me ha pillado.
_¿El
jefe de estudios? -Él me miró, con una interrogación en sus ojos.
Él me conducía de nuevo a la salida del bosque.
_Sí,
pero el profesor de filosofía nuevo nos ha cubrido. -Me mordí el
labio. -Justin, me van a pillar. Como se entere mi madre estoy
muerta. -La preocupación se mostró en mi rostro.
_Tranquila,
tranquila. Te sacaré de aquí.
Y
pasaron diez minutos. Y no había salida.
_Joder.
-Murmuró Justin.
_Ya
hemos pasado por aquí tres veces. He visto ese asqueroso pajaro
muerto dos veces más. -Comencé a morderme las uñas.
_Rouse,
no me presiones, ¿quieres? -Él resopló.
_Justin...
-Susurré. -¿Te has perdido? -Él me miró a los ojos fijamente. El
sonido de una rama se escuchó a nuestras espaldas. Él giró su
cabeza a la velocidad de la luz. Le imité.
_Vaya,
qué bonito. La parejita en su nidito de amor.
Jack.
Un gatillo. Mi corazón a punto de desbocarse.
Justin
apretó su mandíbula, y sus puños, colocandome detrás suya.
_Me
hiciste daño, Kevin... Mucho daño. -Masculló Jack.¿Por qué coño
siempre aparecía de la nada?
_Suelta
la pistola Jack. -Le ordenó Justin.
_Suelta
la pistola Jack. -Le imitó, burlandose. -¿Qué pasa Beasley, que
ahora tienes miedo? Después de estar a punto de matarme con tus
propias y sucias manos, ¿tienes miedo? -Soltó una pequeña
carcajada. - Y pensar que eramos amigos. O mejor... y pensar que una
zorra nos enemistó. -Justin apretó sus puños, más si se pudiese.
_No
me recuerdes a tu madre.
_Yo
de ti bajaría esos humos Kevin. Siempre has sido el gallito del
grupo. Pero... ¿qué pasa en una pelea de gallos? A veces el fuerte
se derrumba. -Rió. Sus ojos estaban hundidos. Llevaba algo en su
interior. Sus ojos estaban rojos, e hinchados.
_Vamos,
mírate, habla el gallo que no sabe ser valiente sin una pistola en
la mano y droga en el cuerpo. Te aplaudo, Jack. -Escupí. Justin giró
su cabeza, lanzandome una mirada que no conocía hasta ahora. Mi
movil volvió a vibrar. Jack estalló en carcajadas y levantó su
arma, apuntando hacia mí. Justin se puso delante.
_Cierra
la jodida boca o te vuelo la cabeza, perra. -Escupió al suelo,
mostrando su desprecio.
_No
creo que sea buena idea, Jacob. - Justin le desafió, llamándole por
su nombre, sabiendo lo mucho que le enfurecia.
_¿Ah,
no? -Apretó su mandíbula y colocó su pierna derecha un paso atrás,
un segundo antes de que Justin se lanzáse sobre él. Llevé mis
manos a mi boca, sin saber qué hacer.
Todo
sucedió demasiado rápido, y un disparo inundó mis oídos,
haciendome gritar. Un segundo atrás, él me había salvado del
disparo que Jack propulsó contra mí. Abrí mucho los ojos,
observando a donde había llegado ese disparo. Y ví sangre. Y
escuché a Jack gritar como nunca había gritado. Y llevarse sus
manos a su pierna izquierda. Y comprendí que el hecho de haber
evitado su bala, Justin había hecho que fuese hacia él mismo.
Justin se alzó rapidamente, marcando con su movil a la vez que
apuntaba a la cabeza de Jack con la pistola de éste. Mi corazón
latía tan rápido, que mi cuerpo se desvaneció en el suelo,
sentandome, sin poder ni siquiera abrir los ojos. Había visto mi
vida pasar ante mí en cuestión de décimas y no podía creer que
él, ese chico sangrando en el suelo y gritando, sujetando su pierna
débil y atravesada por su propio veneno, fuese el mismo que me
recibió aquel primer día de instituto. Las cosas avanzaban a pasos
de gigante, y todo se me empezaba a hacer enorme.
+Tío,
ya ha caído.
+No,
no está muerto.
+Joder,
que no, tan solo tiene un disparo en la pierna.
+Sí.
+Sí
joder, sí, la tiraré. -Justin posó su pie sobre el pecho de Jack,
que intentó levantarse, y volvió a apuntarle.
Por
favor, oxígeno.
+Al
lado del árbol caído. Justo en frente hay uno, el más grande, y
tiene marcas rosas en sus hojas.
+Sí,
justo ahí. Exacto.
+Está
bien, te lo dejaré aquí. Haz que se pudra en la cárcel de una vez
por todas. -Miró con desprecio al que meses atrás, había sido de
sus mejores amigos. Y el cual ahora, estaba a punto de emprender una
nueva vida. Entre rejas.
Colgó
su teléfono móvil y se acercó a mí. Se agachó.
_Rouse...
-Le miré fijamente. Mis labios estaban inmóbiles. Sudor caía por
mi frente.
_Lo
has hecho.
_¿Qué?
_Le
has disparado a alguien. -Mi labio inferior temblaba.
_¡Vamos,
Rouse! Él iba a matarte, joder. -Alzó la voz, elevando sus manos.
Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, sollozando. -No, no...
Vamos pequeña, tranquila. -Me abrazó. - Tan solo estás asustada.
-Dejé caer mi cabeza en su pecho, aferrandome a su camiseta azul
oscuro con mis manos, apretandola. Su mano acariciaba mi espalda,
susurrandome un leve 'shht', calmando mis nervios, que no cesaban.
Pocos segundos después, apareció Liam, junto a un hombre de
uniforme. Justin se levantó y tiró de mi mano. Liam me miró y bajó
su mirada. Negó con la cabeza.
_Esto
iba a pasar Kevin. -Anunció Liam. -Iba a vengarse de la paliza del
sábado. -Liam se agachó junto a Jack, el que le miraba con aires de
súplica, sin poder mover sus extremidades. La sangre era abundante.
El hombre de uniforme intervino, atando un pañuelo a su pierna,
cortando la circulación.
_Pues
le ha salido mal. -Entrelazó su mano con la mía y comenzó a andar.
_Kevin.
-Le llamó Liam. -Deshazte de ella. -Le lanzó la pistola qe él
había dejado caer al abrazarme. Justin asintió con la cabeza
Siguiendo
los pasos que ellos habían dejado en la tierra, llegando hasta
Baffy. Mi cuerpo seguía estático, sin habla. En poco tiempo
estabamos de nuevo en el instituto. Jusitn no bajó de la moto. Le
miré, inexpresiva, con los ojos hinchados debido a las lágrimas que
no querían parar de escapar.
_Ve
tú, yo tengo que hacer cosas.
_¿Qué
cosas? Dejame ir contigo.
_No,
Rouse. No quiero que tu madre se entere de esto. Tan solo tengo que
deshacerme del arma, tiene mis huellas. -Cerré los ojos, recordando.
_Pero,
si él vive, qué más da.
_Tiene
un puto tiro en la pierna, casi se desangra. ¿De verdad da igual?
-Bajé mi cabeza, asombrada por la forma en que me hablaba. -Oye.. Lo
siento. Siento que haya tenido que terminar así la mañana. Quédate
con lo bueno, él no merece que le recuerdes.
_No
importa. -Susurré, volviendo a recoger mis lágrimas con el dorso de
mi mano.
_No
quiero verte llorar Rouse. Recuerda que a partir de ahora, eres mía.
Eres mi princesa, y pienso cuidarte y protegerte de todo. Jamás
volverá a molestarnos. Te lo prometo nena. -Besó mi frente, con su
mano en mi espalda. -Ahora ve, mucha suerte. Estaré aquí para
recogerte.
_Te
quiero, Justin.
_Yo
también te quiero tonta. -Volvió a colocarse el casco, y se marchó.
Miré la reja del instituto, y comencé a pensar en como saltaría
aquello tan alto. Suspiré.
Narra
Justin
Me
aferré a Baffy y flashes comenzaron a azotar mi cabeza. Ella, y su
cigarrillo, enganchado por mi culpa. Una princesita de diecisiete
años, enamorada de quien no debió. Su mano aferrada a mi brazo.
Una
cuesta.
Magia. Hadas.
Sonreí.
“¡Quiero
pasar el resto de mi vida contigo!”
Alas que se alzaban,
surcando un cielo que nosotros mismos estabamos dibujando.
Escribiendo en un libro que perduraría en el tiempo hasta el último
suspiro de mi corazón.
Una
curva. Setencientos metros. Y mi cabeza en mil pensamientos.
Justin,
afloja...
Un
hijo de puta. A punta de pistola. Jack.
Quinientos
metros...Camiones
Sangre, sus
lágrimas.
Cien
metros. 140 km/h... .
Apreté mi
mandíbula, apretando así también los mangos de la moto, alzando la
vista. Una curva ante mí. Mis ojos se abrieron. Sentí el miedo
correr por mis venas. Sentí mi vida tambalearse ante mí. Sentí sus
lágrimas en mi corazón. A cincuenta metros del golpe, ya no había
nada que hacer. Su voz retumbó en mi cabeza. Justin, ¡salta!
Me decía. ¡Deja la moto, Justin! Y mi destino cada vez más
cerca. Escuché sus sollozos en mi cabeza.
_Te amo...
-Susurré, sintiendo hervir mis lágrimas por mis mejillas, en el
momento justo en que mis manos soltaron los mangos de mi moto,
intentando sin éxito girar en aquella curva que a punto estuvo de
consumir mi vida, deshaciendose contra aquel camión de carril
contrario en mil pedazos. Mi cuerpo, tan débil como una simple
muñeca de trapo, tendido en el suelo. Sentí el dolor recorrerme de
cabeza a pies. Y olí la sangre que por algún lugar de mi ser estaba
comenzando a correr. Mis ojos pesados. Y lo único que desee en ese
momento fue dormir, antes de que todo se tornase negro ante mí.
P.D2: Justin NO HA MUERTO. No sufráis, estará bien. Él no va a morir ♥
Muy importante: Si has leído estos capítulos, da RT a este tweet, significa mucho para mí. Click aquí ♥
P.D: Tardé porque decidí subir más de golpe; estamos a las 100 paginas de la novela chicas... Y parece que fue ayer.
Mi twitter: @xMrsBelieve
Mi ask: ask.fm/xMrsBelieve
Os quiero muchísimo princesas.