domingo, 28 de abril de 2013

♥ El último pétalo ~ Capítulo 8 ♥

 Otro día en el instituto. Habían pasado dos semanas. El calor comenzaba a hacerse notable, las clases insoportables debido a Arianna y a Jamie, dos chicas inseparables, pero con una voz tan aguda que taladraba la cabeza cada vez que hablaban. Justin también era un alumno de mi clase, conocido como Kevin. Y llevaba todo el día aguantándome a mí misma sin dirigirle la mirada, ni la palabra. No sabía una razón cierta ni exacta, pero me dolía verle tontear con esas dos arpías. Arianna destacaba entre todas las demás. Creo que tan solo la he visto llevar pantalones a la hora de gimnasia. Si es que se le puede llamar pantalón a un trozo de tela con medio trasero al viento fresco. -Clavé tanto el boli en el último punto que hice un pequeño agujero en la pagina de mi diario. Suspiré. -Se que él no tenía la culpa de que Arianna o Jamie, o cien más fuesen detrás de él diciendo completas tonterías tan solo para ganarse su atención, pero mi corazón no entendía esas razones. Mi corazón... Me asustaba tanto usar esa palabra. Había pasado de ser un ídolo a kilómetros, a ser mi ídolo vecino. Andaba por mi cuerpo y mi mente a zancadas, ocupando mis pensamientos la mayor parte del día. Su mirada hacia mí cambia cada día que pasa. Sus ojos ya no son los mismos. Sus besos cerca de mis labios cada vez me electrizaban más la piel, mis latidos se aceleran a cada paso que se acerca a mí. Mi corazón intenta salir de mí cada vez que le veo hablando con esas estúpidas que matarían por tener un centímetro el pelo más largo, o tener una talla más de sujetador. -Apreté mis dientes. Los solté. Miré hacia arriba. Me relajé. - Mamá estaba últimamente radiante de felicidad, y eso me hacía feliz a mí. En su trabajo junto a Jeremy parecía ser que le iba genial, pues cada mañana se iba más feliz. A veces me tocaba ir andando, otras en moto, con Justin, el cual siempre me hacía gritar pidiéndole que bajase la velocidad. Parece como si le gustase verme chillar como una niña miedosa, la verdad. Jack aparecía pocas veces por el instituto, y cuando lo hacía, venia acompañado de tres de sus amigos que ni conocerlos quise. Intentar ligar conmigo se ha convertido en uno de sus hobbys favoritos. Abbigail es cada día más genial. No soporta a esas chicas, así que nos mantiene todavía más unidas. Muchos chicos la tachan de “rara”, pero tiene el rostro más bonito que he visto en una adolescente por el momento. Sus ojos son azules como el cielo en un día despejado, y su pelo moreno los resalta todavía más. Siempre está sonriendo cuando está a mi lado, a diferencia de su expresión seria y borde cuando se trata de otras personas. Cada día queda menos para olvidarme de todo y disfrutar de mi nuevo verano, y mi nueva vida”.

Cerré mi diario. Miré mi reloj y todavía quedaban unos diez minutos de clase. No había venido la profesora Britte, de historia. Nos encontrabamos perdidos por las afueras del instituto, dentro de él a la misma vez. Miré a mi alrededor. Abbigail se encontraba leyendo un libro un poco lejos de donde estaba yo. Jack venía hacia mí. Arianna iba hacia Justin, que se encontraba en la otra punta. Habíamos tenido una discusión esta mañana.Y los demás se encontraban cada uno desperdigados por los rincones, a excepción de Jamie, que le comía la boca a uno de los amigos de Jack en medio de la pista de basquet. Espera... Jack venía hacia mí.

_Qué asco. -Levanté las cejas y suspiré, observando a Jamie.
_¿Qué asco qué? -Me contestó Jack, apoyándose en el banco en el cual estaba sentada.
_No creo que tengamos los mismos gustos.
_Intentalo. -Rió, insinuante.
_Jamie y ese. -Les señalé. Giré mi cabeza hacia donde se encontraba Justin, que ya no charlaba alegremente con Arianna. Me miraba con los ojos fijos en mí y en Jack. Arianna seguía hablando como si no se hubiese dado cuenta de que Justin no le estaba haciendo ningún caso. Mi espiritu de venganza salió en ese momento. Llevaba días viendo como me ignoraba y salía de clases junto a Arianna, o Jamie, o Keyla, o cualquier otra engreída. Miré a Jack. Me levanté. Me acerqué a él. -¿O te resultan agradables sus besos pasionales aquí, en medio, y esa mano que se le acaba de meter a Jamie por debajo de la camiseta?

Jack levantó una ceja y sonrió de lado.

_Pues, depende de quien provengan esos... besos. -Él también decidió acercarse a mí. -Miré de reojo a Justin. Tenía los puños apretados.

_¿Y de quien quieres que sean? -Sonreí falsamente. No sabía hasta que punto estaría dispuesta a encelar a Justin. Jack seguía acercándose poco a poco a mí. Me entró miedo. Me di cuenta de la situación que acababa de causar por el simple hecho de llamar la atención de Justin. Y me asusté. ¿Qué estas haciendo Rouse?-Me pregunté a mi misma. -Tú nunca has hecho esto.
Pero él ya se encontraba con sus manos en mi cintura y su rostro a menos de 25 centímetros. Decidí cerrar los ojos, me resultaría más pasable.

_Pues no estaría mal que... -Alguien estiró de mi brazo, con tanta fuerza que incluso me dolió. Abrí los ojos. Justin. Comenzó a andar conmigo agarrada fuertemente del brazo. -¡Kevin colega! -Justin hacía caso omiso a los gritos de Jack.

_¡Justin! -Le repliqué. No me contestó. -¿Justin? -Me miró de reojo, y lo cierto es que parecía enfadado. Nunca le había visto así. Ni lejos, ni cerca de él. Decidí callarme y dejarle que siguiese su marcha. Llegamos a la parte trasera de el recinto, a cinco minutos de que sonase el timbre que anunciaba la clase de filosofía. Me soltó la mano y andó unos pasos hacia delante. Suspiró y se giró hacia mí con los ojos húmedos. Mi corazón se partió en dos en ese justo momento.

_Justin yo... No sé que ocurre pero, si he hecho algo mal, l-lo siento. -Dije, culpable.

No contestó.

_Vamos Justin, por favor. -Me acerqué a él. No se alejó. Me acerqué más y puse mi mano en su hombro. -¿Qué te pasa?

Justin tomó aire, tembloroso.

_¿Por que tienes que hacer eso? -Preguntó, al fin.
_¿El qué?
_¿¡Por qué coño tienes que acercarte a él!? -Alzó la voz, asustándome. Di un paso hacia atrás.
_Justin, no grit...
_¿¡Tú sabes como mierdas me siento yo cada vez que te veo hablando con ese capullo!? ¡O con cualquier otro imbécil de este centro de mierda!
_¡Justin!
_¡No vuelvas a dirigirle la palabra Rouse! ¡Te lo prohibo! -Mi boca se entreabrió, asombrada. Dolida. Mis ojos también se humedecieron.
_Tú no puedes hacer eso. -Mis labios temblaron, y una lágrima cayó en ese instante desde mis ojos, perdiéndose en mis labios. Él fijó su mirada en mis ojos. Se acercó a mí, al mismo tiempo que yo retrocedía. -Tú tampoco sabes como me siento cada vez que veo como le guiñas el ojo a esas chicas, o como tus ojos examinan sus perfectos uniformes. ¡Yo sé que no soy perfecta! ¡Y sé que me conociste hace tan solo tres jodidas semanas! Pero Justin, -me acerqué a él, con el rostro ya húmedo, apretando los dientes y le señalé. -Ninguna de ellas. Nadie. En su jodida y mísera vida. Va a quererte más de lo que mi estúpido corazón lleva queriéndote durante casi cinco años desde la otra punta del mundo.

Mis ojos se clavaron en los suyos. Su respiración se aceleró. En una décima de segundo su puño se estampó contra la pared, obligándome a retroceder. Su rostro quedó a centímetros del mío.

_¡Suéltame Justin! -Le di un leve empujón, a lo que él respondió agarrando de nuevo mi mano, y con una moderada fuerza hizo que todo mi cuerpo se moviese, quedando justo entre la pared y él de nuevo.
_No te vas a ninguna parte Rouse.
_¡Sí me voy! ¡No quiero estar cerca de ti un solo momento más!
_Yo no quiero que te vayas. -Él contestaba relajado a mis sollozos.
_¿Ah no? ¿Seguro?
_Sí.
_No te creo.
_Creeme.
_Esta semana no has hecho más que pasar de mi existencia y ligar con esas zorras. ¿Por qué iba a creerte ahora?
_Porque ya no puedo más.

Agarró mi nuca con fuerza y en un simple pestañeo, sus labios se posaron sobre los míos con una pasión desconocida para mí. Mil cohetes estallaron en el interior de mi estomago. Mi corazón comenzó a latir de una manera incontrolable. Mis manos se aferraron a su rostro. Sus labios comenzaron a moverse encima de los míos. Un toque de labios extremadamente sexy. Sentí como una lágrima desbordaba al fin su lagrimal, ganando una batalla que nos llevó al camino de la perdición desde la primera mirada que ambos nos regalamos. La respiración de Justin era cada vez más fuerte. Ambos ladeamos la cabeza al mismo tiempo, entreabriendo la boca y dejando que nuestras lenguas se acariciasen con deseo. Una guerra entre ambas se forjaba en ese mismo momento. Su mano fue a parar a mi pierna, acariciándola de arriba a abajo. Mi mano, a su nuca, enganchando su pelo entre mis dedos. Justin resopló en mis labios.

_No hagas eso. -Me avisó. Reí y volví a tirar de su pelo. Cogió mi cintura en peso y me colocó justo enredada en la suya. Calor.

Mordió mi labio inferior, provocándome escalofríos imposibles de controlar.

_Justin...
_Hmm. -Se separó de mis labios, mirándome a los ojos y respirando grandes bocanadas de aire, bajándome de su cintura y dejándome de nuevo en el suelo.
_Nos van a ver. -El se alteró todavía más ante esta frase.
_Eso es lo que más gusta Rouse. -Volvió a atacar mis labios, y un segundo después, el timbre sonó. Él gruñó entre mis labios y yo reí.
_Hora de irse.

Nuestras miradas se encontraron, esta vez causando corrientes eléctricas en nuestro interior. Acarició mi rostro. Me dio un beso fugaz y sonrió. Sonreí. No pude evitar abrazarle.

_Vamos. -Me tendió su mano. Tímida entrelacé la mía con la suya.

Entramos por la puerta de atrás, hasta llegar a la clase de filosofía. La profesora ya estaba dentro. Me saludó con una amplia sonrisa.

_Señorito Beasley. -Dijo ella, refiriéndose a Justin. No pude evitar reír por su apellido falso. Él suspiro.

_¿Sí?

_-La señorita Britte miró su reloj, y contestó. - Nada, nada. Puede pasar. Hola, Rouse.

_Hola. -Contesté tímidamente.

_Bien, chicos. -Britte se sentó en la mesa del profesor mientras los últimos alumnos se sentaban en sus asientos. Yo, junto a Abbigail, a segunda fila. Justin, junto a uno de los amigos de Jack que si no recuerdo mal, se llamaba Mike, a última fila, lo más escondido posible. -¿Alguien conoce a Nietzsche? El gran Nietzsche. -Miró por encima. Todos se miraron entre sí. Yo permanecía callada, mirando hacía mis apuntes. Amaba la filosofía. Yo le conocía y Abbigail lo sabía.

_Rouse, a ti te gusta todo esto, vamos, habla. -Me animó.
_Calla Abbi. -Le amenacé.
_Señorita, ella sabe algo.
_Me cago en tu vida. -No pude reprimirme. Ella contestó con una risa floja.
_Así que Risbourn, ¿eh? ¿Sabe usted algo sobre Nietzsche?
_Yo.. yo.. S-Sí. Leí unos libros hace unos meses...
_¿Y que nos podría decir sobre él? ¿Qué es lo que más le llamó la atención al leer esos libros?
_Eh... -Miré a mi alrededor. Arianna se limaba las uñas. Jamie mascaba chicle cual vaca pastando hierba. Mike y Jack hablaban al fondo. Justin me miraba tiernamente esperando mi explicación. Me guiñó un ojo. Me sonrojé.
_¿Y bien? -Me apresuró la señorita Britte.
_Nietzsche dijo que nadie podía mostrarnos una serie de reglas. Que la única manera de vivir era aceptando su nihilismo, y que no somos nada. Que nuestro unico destino es la muerte. Pero que en esa “nada” que nos invade encontraremos el camino al encontrarnos a nosotros mismos sin ningún tipo de coacción o persona que intente cambiarnos. En esa “nada” encontraremos que nuestro propio Dios somos nosotros mismos, y que nadie puede decirnos si está mal o si está bien. Actuaremos bien si nuestros sentimientos nos dictan que estamos haciendo lo correcto. Que disfrutemos al máximo de la vida, porque lo que no nos mata nos hace más fuerte. -Todos posaron su mirada sobre mí. Incluso Arianna.
_Profesora. -Pidió la palabra el chico que se sentaba al lado de Arianna.-Britte me miraba fijamente. -Sita Britte. -Volvió a llamarla. Esta se giró.
_¿Eso quiere decir que si yo pienso que matar a un hombre está bien, puedo hacerlo y no tendré ningún tipo de remordimiento?
_Brian cariño, se requiere un nivel de madurez para entender a Nietzsche. Y un mínimo de coherencia. -La clase rió ante él- Por mucho que Nietzsche nos de alas, la justicia no desaparece. Las leyes siempre estarán ahí. Rouse. -Me llamó. Levanté mi cabeza hacia ella.- Me ha gustado. Muy bien. Enhorabuena. -Le sonreí. Arianna rió por lo bajo.
_Cierra la boca, arpía. -Le susurró Abbigail.
_Déjalo Abbi, no merece la pena. No tiene cerebro. -Arianna nos miro con cara de pocos amigos.

Pasaron las tres horas restantes. El timbre sonó y los alumnos se dirigieron cual avalancha hacia la salida para abandonar por fin las clases hasta el próximo lunes. Abbigail caminaba a mi lado contándome sus ideales sobre el pensamiento de Epicuro y Nietzsche. Ella también era amante de la filosofía.

_No lo entiendo. Uno dice que la muerta es una quimera, ¡que no existe! Pero sin embargo Nietzsche nos dice que la muerte es lo único que tenemos. ¡Que alguien me lo explique!
_¿Qué hay que explicarte? ¿Por que todos te dan de lado? ¿O quizás hay que enseñarte a como combinar la ropa? -Apareció Arianna junto a Jamie, pasándonos por delante y riendo entre ellas, chocándose las manos.
_A lo mejor hay que enseñarte a ti el significado de perra y la relación que tienes con ellas.-Contestó seria Abbigail, causando un “Ohh” de fondo que animó a todos a mirar.
_Abbigail vamonos por favor. Nos esta mirando todo el mundo. -Cogí su mano y tiré de ella hasta la puerta.
_Algún día acabaré con su vida. -Dijo seria. Abrí mucho los ojos, mirándola asombrada- No me mires así. Las ratas a las cloacas. -Estallé en carcajadas, aunque mi risa se rompió demasiado pronto.

_¡Kevin! -Gritó Arianna. Me giré lo más rápido que pude. Ella, acercándose de nuevo a él. Mis dientes, rechinando.
_Ven conmigo Abbi. -Cogí a Abbigail de la mano y corrí al lado de Justin.
_¿Qué pasa?
_Las ratas a las cloacas, ¿no? -Le repetí.
_¿Rouse?

Arianna se acercó a Justin, agarrando su brazo y sonriendo como la estúpida que era. Mi rabia se multiplicaba. Comenzó a tocarse el pelo, enredándolo entre sus dedos. Justin le sonreía sin ganas. Intentaba irse, y ella insistía en quedarse con él. Mis puños se cerraron.

_Rouse, ¿qué pasa? -Apreté la mano de Abbigail. -Me estás haciendo daño.

Arianna se mordió los labios mirando a Justin. Él me avistó. Miró a Arianna y volvió a mirarme.


_¡Eh, tú, niñata! -Le grité, a un metro de ella.

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Os quiero más que a nada. 
Abby ♥

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