martes, 21 de mayo de 2013

♥ El último pétalo ~ Capítulo 16 ♥

Un parpadeo.
Una respiración profunda.
Una mano aferrada a mi cuerpo.
Mi espalda contra su abdomen.
Un bostezo.
Y un despertar que jamás olvidaría. A su lado.

Mi cuerpo se ladeó, para observarle. Dormía, y su mano izquierda reposaba sobre mi cintura. Su brazo derecho apoyaba su rostro, por debajo de su cabeza. Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras en mi estómago estallaban a volar millones de mariposas que intenté calmar mordiendo mi labio inferior. Sus piernas se movieron, y su rostro cambió, suspirando antes de abrir lentamente sus ojos. Parpadeó cuatro veces antes de reaccionar ante cualquier cosa. Sonrió. Volví a girarme, avergonzada. Su mano se aferró todavía más a mi cintura, clavando los dedos en ella y me acercó a él si se podía más. Rió bajito cuando yo tiré de la sábana que cubría un corto pijama que Gail me había prestado para dormir. Sentí su respiración en mi cuello cuando depositó dos, tres, cuatro besos en él, llamando mi atención. Escondí mi cara, ocultando mi sonrisa.

_Buenos días pequeña. -Susurró contra mi cuello.
_Buenos días.- Contesté, tímida. Él río y tiró de mí, haciéndome rodar debajo de él. Estaba justo y exactamente encima de mí, entre mis piernas, entrelazando mis manos con las suyas.
_Estás preciosa tonta. -Murmuró segundos antes de posar sus labios contra los míos. Su cálido sabor volvió a inundar mi estómago. Gruñí, queriendo impedir ese sentimiento que nacía y volaba en mí como una paloma a la que le han abierto su jaula, como una ola rompiendo contra la orilla del mar. Como un corazón enganchándose a otro a fuego lento.

Volvió a atacar mis labios, haciéndose notar su “buen despertar” justo donde él se dejaba caer, cosa que alteró mis emociones, elevándome a su nivel. Dejó caer uno de sus brazos en la cama, acercándose más a mí. Mis labios se fundieron con los suyos en uno solo, provocandome sensaciones que ni la primavera. Mis manos buscaron su cintura, levemente levantada, para no apoyar todo su peso en mí. Su cabeza se ladeó, pidiendo la entrada a mi boca, a la que accedió en una milésima de segundo, entrelazando su lengua con la mía con deseo. Una, dos, tres caricias. Su mano apretando la almohada, mis piernas entrelazándose por encima de su espalda, obligandole a caer todavía más contra mí, apretando firmemente su miembro contra mi feminidad, haciéndome coger una bocanada de aire y desear que la ropa desapareciese en ese justo momento. Su mano aferró con todavía más fuerza la almohada, y su respiración agitada se hacía muy presente entre nosotros. Su mano deslizándose hacia mi pierna, acariciándola lo máximo que lo largo de sus brazos le permitía, provocandome escalofríos. Mordí su labio inferior, atrayendolo hacia mí. El atacó mi pecho, desde el cuello hacia el canalillo, dejando suaves y mojados besos que a veces mordían mi piel. Y perdí el control, queriendo deshacerme de toda esa ropa que le sobraba. Tiré de su camiseta, haciendo que se sorprendiera, antes de lanzarla contra el suelo de la habitación.

_¿Nena?
_Bésame. -Agarré su nuca con fuerza, obligandole a callar contra mis labios. Eso pareció terminar de encenderle cuando tiró con fuerza de mí, haciéndome quedar encima suya y gimió ante el contacto de mis manos en su pecho caliente. Resopló y tiró de mi camiseta, dejando ver mi sostén color negro ante sus ojos. Besé su cuello, comenzando a descender por su pecho llegando a su abdomen, provocandole escalofríos y apretones a las sábanas.

_R-Rouse.. -Susurró cuando mis manos se deslizaron a sus boxers. Le miré confusa. -Ven aquí. -Tiró de mi, volviendo a controlar sus emociones y volvimos a dar la vuelta. -No podemos.
_¿Por qué? -Nuestra respiración agitada contradecía sus palabras.
_No aquí. -Le costó decir.
_¿Qué tiene de malo?
_Liam y Abbigail hace rato que están despiertos. -Sonrió dulcemente
_¿Y qué ocurre? -Seguía sin entender nada.
_Que gritarías tanto mi nombre que subirían a ver qué ocurre. -Susurró contra mi oído, erizando absolutamente todos los poros de mi piel.

Y tocaron la puerta.

_¿Ves? -Rió, echándose a un lado. Yo tapé mi cuerpo con la sábana y Gail entró.

_Siento interrumpir, pero... -Observó nuestras camisetas en el suelo. Abrió los ojos. -Eh.. Tu madre. Tu madre está al teléfono. Miré a Justin, que alzó una ceja y se levantó, sin más miramiento, en bóxers solamente delante de Gail, a coger su camiseta y comenzó a vestirse. Gail desvió su vista hacia abajo, avergonzada. Abrí mucho los ojos.

_Sí, ahora bajo. -Ella sonrió y cerró la puerta. -¿Por qué has hecho eso? -Me dirigí hacia Justin, que me dedicó una muestra de confusión. -Levantarte así, semi-desnudo, delante de Gail, o sea... -Él fue a hablar. -Delante de una chica. -Rió.
_¿Y tú qué eres?
_Pero yo soy... -Callé. Nada. No era nada. -Yo soy yo. Y ella es..
_Tú eres tú y ella es ella, ¿no? -Él rió, sarcástico. Bajé mi mirada. Alcancé mi camiseta y me la puse, levantándome rápidamente para bajar abajo.
_Quizás la que cometió el error de creer que yo no era solo una más fui yo. -Cerré la puerta a mis espaldas, dejandole ahí, con mil dudas en su rostro.

Narra Justin.

_No lo eres. -Susurré, a una puerta cerrada que acababa de llevarse a lo más bello que mi ojos habían visto hasta ahora. Me senté en la cama. -Eres más que eso. -Suspiré mirando al techo. Avisté en mi mesita una caja de cigarrillos y sin pensarlo, encendí uno, acercándome a la ventana de Gail y abriéndola de par en par. Llené mis pulmones de humo y volví a expulsarlo, sintiendo alejarse todo, menos ella. Entrecerré los ojos, sin entender lo que pasaba. Sentía deseo hacia ella, eso estaba claro. Pero era un deseo desconocido para mí hasta ahora. Un deseo que me obligaba a ir despacio. Un deseo que consistía en verle sonreír día tras día, y todas las mañanas posibles. Un deseo que marcaba mis ganas de entrelazar nuestras manos. -Un flashback de la noche anterior inundó mi mente-

_Te quiero.
_He estado soñando contigo todo este tiempo.
_Yo también te quiero, ¿sabes? Y más de lo que tú pudieses llegar a imaginar.
_Déjame descubrirlo.
_¿Cómo?
_Quedándote a mi lado.


Toqué mis labios, recordando su sabor y noté como algo dentro de mí explotaba en mil cosas más pequeñas. Llevé una mano a mi barriga, revoltosa de sensaciones. Y caí en la cuenta de que todo llega cuando menos te lo esperas. Incluso el hecho de sentir amor. Y que por mucho que quieras negarlo, y por mucho que sea incomprensible para ti, el corazón tiene razones que la razón no entiende, y que justamente yo, no podía decidir.

Tiré la colilla de mi cigarrillo por la ventana antes de bajar al salón, donde tan solo estaban Gail y Liam, viendo la televisión.

_¿Y Rouse?
_Se ha ido, ¿no te lo ha dicho? -Se dirigó Liam hacia mí. Gail me miró confusa.
_Claro, me ha dicho tantas cosas. -Comenté sarcástico, antes de despedirme con un “nos vemos” y salir a la calle, mientras el aire fresco azotaba mis ideas. Al cabo de unos minutos llegué a casa.

Y Baffy me esperaba para desahogar todos esos sentimientos que rondaban mi cabeza y que me azotaban como flashes a una velocidad mayor a cien corazones por hora.

Baffy rugió, y sentí la sensación de velocidad en mis manos al apretar el gatillo, como yo llamaba a los mangos de mi moto. Una bajada, que alcanzó los 150 km/h y puso mi corazón al límite. Y entonces lo supe. Hasta ahora, tan solo el vértigo y la adrenalina habían tambaleado mi cuerpo y me habían hecho subir esa sensación de presión de pies a cabeza.
Ahora, esa sensación no era absolutamente nada respecto al fuego que encendían sus ojos dentro de mí.


Narra Rouse

7:00 AM, y unas ojeras que revelaban la magnífica noche que mi sencilla mente me hizo pasar.

La misma rutina de todo este tiempo.

_Dicen que la Srita. Britte ha enfermado. -Comentaba Abbigail a mi lado, subiendo las escaleras del instituto. Me encogí de hombros.
_Es una pena.
_Venga tía, ¿que te pasa? -Volvió a insistir por tercera vez. Rodé mis ojos. -Y no me digas que nada otra vez o creo que te daré un cate. -Levanté una ceja. Bufé.
_Soy demasiado ilusa Gail. Ju...Kevin, no es más que otro como los demás.
_Te puedo asegurar que nunca había visto a Justin de la forma en la que está cambiando. -Abrí los ojos al escuchar su verdadero nombre.
_¿Tú...? -Ella asintió.
_Me dí cuenta la noche en que Jack..,bueno, ya sabes. Él paró en seco cuando tú pronunciaste su nombre. Y yo simplemente até los cabos, que mis sospechas durante este año habían creado. -Asentí, entendiendo. Ahora todo se me haría más fácil.
_De todos modos, tan solo es uno más. Y yo otra más para él.
_Yo no comparto ese sentimiento. -Miró a su alrededor. -¿Por cierto, donde está? ¿No habéis venido juntos?
_No, ni hace falta. -Insistí. Ella bufó.
_Vamos Rouse..., sabes que tengo razón. Él es diferente a los demás. Liam, todos son diferentes. Pero él sobretodo. Sabes la de gente que hay detrás de una sola persona, y lo mucho que significa para millones más, y sin embargo aquí, en su aislada y desconocida vida en Los Angeles, te ha escogido a ti, teniendo a mil arpías frescas babeandole los pies. -Y en ese momento, recordé sus labios susurrándome un “Te quiero” aquel sábado noche. Mi vista se dirigió al suelo mientras mi estómago tiritaba confuso.

El timbre que anunciaba la clase de filosofía interrumpió nuestra conversación  y nuestros pensamientos. Minutos después, entrabamos en clase. En una clase vacía. Britte no estaba, o no había llegado todavía. Unos cinco minutos después, un hombre desconocido para nosotros abrió la puerta, con libros en la mano y la respiración agitada.

_¡Hola! -Se dirigió a nosotros. Todos callaban. Abbigail entreabrió su boca mirándole fijamente, y me dio un codazo que me hizo gruñir en el silencio de la clase, que inspeccionaba al nuevo profesor. Dejó sus libros en la mesa y se sacudió las manos. Nos miró, callado. Y sonrió, causando murmureos de las arpías de clase -así llamábamos a Keyla, Jamie, Arianna... -, pues tenía una preciosa sonrisa. - Supongo que os habrá llegado la noticia de que vuestra profesora, la señora Britte, está de baja.

_¿Qué le ha pasado? -Preguntó Mike, al fondo, donde a su lado, hoy no estaba Justin. El profesor clavó su mirada en él. Volvió a sonreír, haciendo sonar las risas flojas, pero agudas, de las mismas. Abbigail seguía mirándole embobada.

_Me parece que a partir de ahora serán uno más en la familia  Está embarazada. -Mike fue a hablar, pero él le cortó. -Sí, sí, que morro. Nueve meses tocándose la flor -la clase rió-, pues no. Es un embarazo de riesgo. -Mike asintió.

_Bien, chicos, yo soy Marshall. -Se sentó en el borde de la mesa, apretándole sus pantalones marrones, a conjunto con su camisa negra de mangas cortas y unas zapatillas, negras también. -Y seré vuestro profesor de filosofía hasta que ella vuelva. -Echó un ojo por la clase, contándolos  hasta que sus ojos marrones se clavaron en los grises míos durante tres segundos. Me ruboricé y bajé mi mirada.

_Puta. -Susurró Gail. Le miré de reojo, riendo.

_Vaya, sois bastantes para un primero de bachillerato. ¿Dieciocho, veinte?

_Diecinueve. -Anunció Gail, vergonzosa. Marshall le miró tiernamente.

_Doce años menos que yo. -Él rió, anunciando que tenía 31 años. Toda la clase abrió mucho los ojos ante la incredulidad. Su pelo negro, revuelto, sus ojos marrones, su sonrisa perfecta, de labios gruesos, sus brazos fuertes, su gusto para vestir y su voz, grave y sexy, jamás habrían subido de 26. -Bien, como ahora no os conozco, os agradecería que rellenarais una serie de cuestionarios, que... -comenzó a buscar en su bolsa, de adidas negra, mostrándonos la espalda. Su trasero tampoco diría que tenía 31 años. Reí bajito y me llevé la mano a la frente, ante mis ojos codiciosos.

_Madre mía. -Abbigail no retiraba su vista de allí. Reí, sin poderlo evitar, justo cuando Marshall se giraba, causando un silencio roto por mi risa floja, que debido a eso, no podía parar.

_Que los tengo aquí. -Señaló, alzando los cuestionarios. Dirigió su mirada hacia la risa, procedente de mi rubor. -Señorita. -Me llamó, sonriendo. -Señorita, ¿se encuentra bien? -Alcé una mano, en señal de que “se me pasaría enseguida”, cubriendo mi rostro con mis manos. Él se acercó y puso una mano en mi hombro. -No te preocupes, si reír es bueno. ¡Ríamos todos! -Fingió una risa de película que alargó mi ataque. Poco a poco, mi risa fue calmándose  y retirando unas lágrimas de mis ojos, me serené, mirándole. -¿Mejor? -me guiñó un ojo, causando un “Oghj...” de parte de Gail.

_Sí, sí, lo siento. -Él ya había comenzado a repartir los cuestionarios, hasta llegar a mí.

_¿Cómo se llama, señorita alegre?

_Rouse, Rouse Risbourn.

_Pues no sientas vergüenza, Rouse. Tienes una sonrisa preciosa.




MUY IMPORTANTE PARA MÍ: 
Da RT a este tweet si has leído este capítulo: Click aquí ♥
Mi Twitter: @xMrsBelieve
Mi ask: ask.fm/xMrsBelieve 

P.D: Os he tenido que agrupar porque sois muchos y me daban limit cada vez que os mencionaba, así que cada vez os iré agrupando en grupos, ¿si? ♥

Se que os debo una excusa por estar practicamente una semana sin dar señales de vida, y os juro que me moría sin vosotr@s. Sois mis ganas de vivir, y os echaba tantísimo de menos... Los exámenes me consumían, y no tenía tiempo para nada. Prometo que nada me apetecía más que volve a estar juntas, y juntos, y veros sonreír, y que me hicierais sonreír, porque a pesar de que la vida sea dura, vosotr@s calmais cualquier tormenta a mi alrededor, sois esa calma que llega detrás de la tempestad. Y jamás podréis conocer el amor que siento hacia vosotros. Sois mi jodido sueño cumplido. Espero no volver a pasar tanto tiempo separados, os amo como a nada en la Tierra.

Abby.

2 comentarios:

  1. Me encanta como siempre , no se de dobde sacas esas ideas tan imprecionantes que constituyen tu novela .Espero el siguiente con impaciencia cielo avisame por el twitter :)
    XOXO

    ResponderEliminar
  2. Me encantaaaaaaaa!!^^ Siiguiente porfavor soy:https://twitter.com/andreeaBeliieve

    ResponderEliminar